La habré pasado por alto en multitud de ocasiones, caminando por cualquier lugar o ciudad, desapercibida, leída como se leen publicidad y anuncios callejeros, o carteles informativos o turísticos. Pero en esta ocasión, no sé por qué, me detuve en ella y de ahí estas letras. El letrero o información hablaba de espacio creativo, siendo esta última palabra, creativo, la que, para variar, llamó mi atención -en buena hora. No hizo falta mucha memoria para vislumbrar algún que otro momento en el que la palabra creativo se fomentaba como algo importante para el público o posible cliente, ya fueran espacios creativos -ahora mismo no recuerdo a qué se refería-, guarderías, escuelas de idiomas o colegios en toda regla donde aparentemente se fomentan esos aspectos creativos del alumnado, algo que, bien pensado, puede referirse a infinidad de casos y situaciones. Nada que ver con el al parecer simple y comparativamente pobre o peor visto ingenio, tampoco con la invención, de inventar, tal vez demasiado tecnológico y desprovisto de algunos de los supuestos artísticos que, en cambio, sí parece que posee o pueden atribuirse al término creativo.
Estaría bien preguntarle a quienes echan mano de la citada palabra el motivo por el que la esgrimen en la publicidad exterior, qué es exactamente lo que buscan al ofrecérsela al público en general y si constituye un aspecto diferenciador de cualquiera que sea la tarea a la que se dedique dicho negocio. Por qué, como escribía más arriba, nunca es ingenio o invención, algo así como escuela o espacio de inventores, aunque me temo que esto último puede sonar demasiado pretencioso, quizás porque inventar requiere algún esfuerzo, u otro tipo de esfuerzos más científicos. E ingenio es tratada de forma diferente, una facultad de andar por casa, no tan bien vista pero sagaz e inteligente cuando el afortunado poseedor se las apaña para conseguir los resultados más prácticos y resolutivos.
Por ejemplo, ¿MacGyver era ingenioso, inventor o creativo? También podría valer imaginativo, pero eso ya son camisas de otras varas.
Estoy hablando de creatividad y no de los individuos -generalmente niños- en los que se supone o fomenta, porque de eso trata la publicidad, de una creatividad que al parecer está ahí, a la espera de que el experto de turno la encuentre y estimule como corresponde. Pero, y ahora viene la pregunta, o las preguntas ¿qué se pretende decir con creatividad? y ¿todos poseemos en potencia esa creatividad tan bien considerada? O se trata de otro camelo publicitario. Es como decir que todos podemos ser Messi -lo llevamos dentro-, cuando la cruda realidad es que Messi solo hay uno, el resto -millones- han de deambular de la mejor manera posible con lo que la naturaleza les ha concedido; como desafortunadamente también hay quienes vienen a este mundo con lo básico -la casi totalidad-, o sea, que de creatividad nada de nada, lo que ¡ojo! no quiere decir que no puedan ser tan felices como el que más. Además, supongo que hablar de creatividad no tiene que ver con que el niño campe por sus respetos, como un salvaje -niño, pero salvaje-, o se dedique a pintarrajear de arriba abajo las paredes del centro, o restregar, restregarte y restregarse la comida hasta la planta de los pies.
Porque también puede suceder que la criatura caiga donde unos padres que, viéndoles el carnet, todo esté decidido de antemano; así que, de creatividad cero coma cero. De los de atado y bien atado, es decir, mi niño no está para músicas, musarañas, creatividades y todas esas zarandajas artísticas de modernos y perroflautas; con que sea formal y obediente, estudie y trabaje pronto, gaste con moderación -mejor un poco estrecho, sin florituras-, se case con una buena chica y gane un buen sueldo que le procure una buena cuenta corriente que le solucionará todos los problemas de esta vida es suficiente; el resto son tonterías.