Cine español

Si había cosas raras o difíciles en este país era ver dos películas decentes o de calidad de cine español en un corto espacio de tiempo, aclaro, ninguna de las dos se basa en el característico guión con exceso de grises y sobreentendidos a los que el espectador nunca llega acabando derrotado en manos del aburrimiento, tampoco hay entre ellas ninguna historia de esas tan normales y tan pobremente rodadas que uno ha de esforzarse en soltar lastre para no aburrirse; ni son dos comedias típicas españolas en las que constantemente se grita y se cuentan chistes malos a partir de unos supuestos guiones para niños de siete años. Tampoco se trata de algún refrito del famoso chef Almodóvar, cocinero de lo mismo año tras año pero con envoltorio renovado, ni, faltaría más, ahora que está de vuelta, de otro capítulo de Torrente, esa especie de anomalía concebida por un cerebro atascado en la etapa de crecimiento mental infantil caracterizada por pedo, teta, caca, culo, pis, aderezada con un buen chorreón de nacionalcatolicismo fascista para consumo de cretinos, reales y potenciales, cargados de frustraciones para los que un eructo es lo máximo a lo que puede llegar la inteligencia humana -todavía sigo sin comprender cómo el inventor de semejante bazofia no se avergüenza por hacerse rico a costa de tanto paleto; probablemente es el país.

No, no se trata de nada de eso, y quizás no sea acertado hablar de las dos películas a la vez y sí preferible separarlas en el tiempo para tapar o disimular las épocas bajas. Sin embargo, creo que tampoco está mal hacerlo así, felicitándonos por esa extraordinaria coincidencia que ofrece al público un cine español de altura hecho con brillantez, al que, puestos a poner pegas, sólo habría que achacarle -a una de ellas, la primera- algún desfallecimiento en la narración, la otra es una estupenda y redonda película que el buen espectador disfrutará enganchado a una historia y unas imágenes que no estamos habituados a saborear por estos pagos. La primera película es El Niño, la segunda La isla mínima. El Niño es muy buen cine y de excelente factura, sólo se le puede reprochar que en algún momento de la historia deje escapar la atención del espectador, con lo que ello implica a la hora de regresarlo a lo que sucede en la pantalla, que lo consigue, pero sin que llegue a desaparecer del todo el incómodo sabor de ese bajón narrativo; todo ello apoyado en un buen guión muy bien filmado, con un empaque y una consistencia que no tiene nada que envidiar a ningún otro cine internacional. La isla mínima es una magnífica película circunscrita a un mundo mucho más cerrado y particular, creíble y universal, que cuenta una historia incómoda y tensa apoyada en unas imágenes soberbias de unos paisajes encantados, con unas interpretaciones sin fisuras que sorprenderán a más de uno, además de una fotografía estupenda y unas escenas y escenarios excelentemente rodados -y si han tenido la suerte de ver la estupenda primera temporada de la serie True Detective, advertirán más de una coincidencia en cuanto al guión y lugares donde se desarrolla la historia; y si tuviera que elegir entre la serie o la película sólo dudaría al principio, después elegiría la película española porque en ella está todo magistralmente filmado y contado. No hay para otros peros ni es cuestión de buscarlos, tampoco más que contar, tan sólo verlas, saborearlas y aguantarse la satisfacción y las ganas de abalanzarse a la siguiente.

En definitiva, todo un placer ver cine español.

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