El reciente asesinato del director de una de las mayores aseguradoras sanitarias norteamericanas conlleva aspectos y puntos de vista que van más allá del mero acto criminal. Incluyendo la detención del presunto asesino pocos días después, al parecer un hombre joven de familia acomodada y sin problemas económicos o mentales, todo lo contrario.
Inmediatamente después de cometido el crimen una parte de las redes sociales norteamericana se volcó a favor del asesino por “cuestiones de justicia”, tomando el suceso como advertencia contra las aseguradoras y sus implacables y selectivas condiciones y cuotas para con sus clientes, con unos mínimos que no dan para básicos -por ejemplo, un análisis de sangre puede costar 100 dólares y la vacuna anual de recuerdo de la COVID 200-, y la deprimente perspectiva de que cualquier otra prueba o complicación han de sufragarse directamente del bolsillo de los clientes.
También leí sentenciosas conclusiones, o advertencias, en este caso en la prensa española, por parte de responsables y concienciados articulistas al respecto de individuos sin problemas económicos y sus sueños de hacer de Robin Hood enfrentándose a las poderosas aseguradoras con las armas, gente que no tendría que quejarse porque aparentemente ellos sí disponen de condiciones sanitarias decentes, imagino que porque pueden desembolsar sin problemas sus correspondientes pagos. Luego eso de hacer de justiciero por los demás e ir cargándose a cabecillas y dirigentes cuando a ti no te afecta directamente el abuso no deja de ser mero postureo de niño bien, además de un acto criminal.
Admitiendo las premisas morales de aquellos y su pronta concienciación respecto de lo mal que está acabar con la vida de otra persona, se me ocurre una pregunta, ¿qué tipo de moral hay que aplicar a esos tipos que “solo trabajan con la salud de los demás”? Quizás sea como dicen los malos en el cine, “no es nada personal, solo se trata de negocios”. ¿Qué deben hacer las personas sin medios o con apenas recursos en una sociedad que directamente las expulsa porque no entran dentro de los umbrales que impone la codicia de los negocios? Tal vez considerarse directamente como lo que son, unos parias desarraigados, ni siquiera desposeídos, e intentar malvivir como mejor puedan; algo que tampoco da para marginados, más bien inexistentes, carne de relleno formando una gigantesca masa de sirvientes anónimos a la espera que desde el poder los requieran para llevar a cabo las tareas más duras o humillantes que todavía no pueden hacer las máquinas.
Si la ley -que no justicia- que imponen el gobierno y las aseguradoras -sostenedoras y/o corruptoras de aquel- no contempla a todos los ciudadanos y sus distintas necesidades, hay una gran mayoría que directamente no existe, luego ¿por qué han de permanecer voluntariamente excluidos? Si a los ciudadanos no se les permite un mínimo de dignidad, ni disponen de medios para acceder o, llegado el caso, litigar, puesto que la judicialización de la política es el único modo de exigir responsabilidades a quienes los usan, ningunean y desprecian como ciudadanos, ¿qué les queda? Si la propia sociedad no les ofrece medios para mejorar en sus vidas ¿han de permanecer callados y humillados, trayendo a este mundo a nuevas generaciones de excluidos de por vida? ¿Quién les va a impedir tomarse la justicia por su mano? ¿Con qué derecho? ¿Qué tienen que perder?
Qué moral ha de prevalecer entonces, ¿la de los dirigentes de una sociedad casi feudal que ignora y desprecia a quienes no disponen de medios económicos ni forma honesta de conseguirlos? ¿Pueden demostrar aquellos que su riqueza se obtuvo honradamente?
También por aquí comienzan a medrar las aseguradoras, con sus sonrisas lacadas, sus ofertas de temporada y sus cutres descuentos para sanos; y el silencio más absoluto sobre qué sucede cuando las cosas se complican y se necesita atención especializada a largo plazo. Sería de esperar que ese oxímoron que representa la tan cacareada “sabiduría popular” fuera real y no permitiéramos que desapareciera una sanidad que jamás podrán ofrecernos los negocios sanitarios.