Llevaba ya más de diez minutos a la espera y la musiquita no dejaba de sonar, estaba cansado, más bien harto, no podía perder su tiempo intentando resolver cuestiones que no dejan de ser un burdo intento de robo y estafa. Que hayamos llegado a esto es algo que no acababa de comprender, que la ley y el gobierno de turno lo permita incomprensible, y que sistemáticamente cualquier empresa se dedique de partida a estafar y engañar al cliente no tiene nombre. No tiene sentido hablar o reivindicar la honradez de un empresariado que sistemáticamente ve al cliente como un estúpido al que hay que desangrar económicamente, de cualquier modo, porque lo más probable es que el timado no lo advierta o se dé cuenta demasiado tarde, y luego tenga ganas de reclamar, da igual si se trata de una cláusula suelo escondida entre la letra pequeñas o el cobro de una suscripción que nunca hiciste. La clase empresarial, menudo atajo de sinvergüenzas. ¡Ah! la ciencia económica, o como estafar al cretino de turno sin que éste se entere. Dios, patria y libre empresa; y menos sociedad, porque la sociedad no existe, se trata de un invento de comunistas y fracasados. Ahora recordaba aquel conocido que le contó cómo le suscribieron a traición a un gimnasio ¡chipriota!; casi doscientos euros el primer pago y después cómodos sesenta euros al mes; ni que decir tiene que jamás había ido a Chipre y ni mucho menos tenía pensado hacerlo, unido a que la cuestión física le traía más o menos al pairo. No recordaba ahora el dinero que perdió porque la compañía telefónica no se hacía responsable de algo que el directamente jamás había hecho. En estos momentos nuestros comerciales siguen ocupados, permanezca a la espera -volvía la musiquita. Este tipo de violencia merece ser contestada con más violencia, y para quienes no disponen y/o desconocen las refinadas técnicas de la violencia económica lo mejor es la violencia directa como respuesta; destrozar instalaciones o quemar edificios, nada de no pagar para que luego aparezcas en todas las falsas listas de morosos y no puedes tomarte ni una cerveza sin que te lleven preso. Hacerlo como si también fuera letra pequeña.
Buenas tardes. Me llamo Rosana, ¿en qué puede ayudarle? Al fin. Por sorpresa y en lo mejor de la quema. ¡Ah! ¡hola! buenos días. Llamaba porque en la última factura ustedes me han cobrado un servicio que yo no he contratado… ¿Me dice su nombre y DNI, por favor? Cándido Inocente. Y mi documento es 6.7490294P. Un momento, por favor. Espero. ¿Sabe que ahora estamos ofreciendo a nuestros clientes un seguro de accidentes excepcional? En caso de fallecimiento… Gracias, no me interesa; de momento no pienso morirme. Pero tenga en cuenta que nunca se sabe lo que puede pasar. Déjeme que le diga lo que le ofrece y verá cómo… Le he dicho que no me interesa. Aquí aparece. Usted contrató el servicio el pasado día 2… ¿A qué hora hice tal cosa? Aguarde… a las 02,34 del día 2. Le digo que yo no lo he contratado, al margen de que a esa hora suelo estar durmiendo… Lo siento. Pero aquí aparece que usted realizó la encuesta de inscripción respondiendo a todas las preguntas. Entonces yo no puedo hacer nada. Le estoy diciendo que yo no he contratado eso en mi vida… Quizás no lo recuerde, o fue alguien de su familia. De este teléfono solo dispongo yo… Pero si no le interesa aquí dice que debería rellenar un formulario con los motivos para su… Le estoy diciendo que yo no he contratado eso en mi vida… Aguarde un momento que busco… Mientras puedo informarle que en caso de fallecimiento el seguro de accidentes le ofrece dos millones de euros de indemnización… ¿No me ha oído? De momento no pienso morirme… Pero su familia… Vivo solo. Y, por favor, déjelo ya… También tiene… ¡Oiga! ¿oiga! ¿Usted me entiende? ¿Habla español o es un poco corta? Señor, yo no le he faltado al respeto, no hace falta que me hable así, le oigo y entiendo perfectamente. Yo solo hago mi trabajo. ¿Y su trabajo consiste en no escuchar a quien le habla -como si tratara con un imbécil que no sabe dónde tiene la mano derecha-, no dejarle hablar, darle largas e intentar meterle algo que en mi caso no le he pedido y ni mucho menos necesito o me interesa? ¿Y le pagan bien por ningunear al cliente y tratarlo como si fuera gilipollas? Porque si lo hace por cuatro perras lo siento por usted. Le dije al principio que no me interesaba nada de lo que me está ofreciendo. Lo que quiero es que me solucione lo que ustedes me han cobrado sin mi consentimiento… ¿Oiga? ¿Me escucha? ¡Joder! ahora me ha cortado…