Desinformación

Fue algo entre casualidad y curiosidad lo que me hizo detenerme en un documental sobre “terraplanistas”, es cierto que con más dudas y pesar que convencimiento, sugiriéndome para animarme que no era perder el tiempo si después de su visualización lograba algo en claro de semejante disparate, por ejemplo, las supuestas razones de estos tipos y su hipotética solidez. Pero, como habrán imaginado, la decepción fue la consabida, unida a la inevitable vergüenza ajena porque ciertos individuos, da igual el país del que provengan, puedan derivar hacia semejantes desatinos; porque tampoco sirvieron de mucho los expertos que sazonaban el documental pretendiendo razones y algo de consistencia psicológica y social a convicciones tan erráticas, además de recomendar encarecidamente no expulsarlos de la sociedad marginándolos como bichos raros. En conclusión, se trataba de personas de todas las edades perdidas entre convicciones disparatadas o directamente absurdas tras las que algunos expertos adivinaban vidas solitarias psicológica y/o socialmente traumáticas que devuelven a la sociedad individuos con problemas de integración necesitados de un redil con el que ser identificados y acogidos.

No hay nada como dejar hablar a estos personajes para cerciorarse de su patética simpleza, su ignorancia y su temor ancestral al mundo que les rodea, lo que también les impide aceptar y comprender cualquier prueba en contra o que incite a la mínima duda -eso significa caer en la red del enemigo-; pruebas y demostraciones a las que despojan de toda validez porque chocan de frente con su propia cerrazón mental, sus prejuicios y una estrechez intelectual que les impiden ir más allá de sus propias convicciones. Tipos y discursos similares a negacionistas del cambio climático y antivacunas -o esos otros incapaces de entender, y lo que es peor, aceptar, los miles de millones de años del universo o las millonésimas de segundo o milímetro con los que una ciencia manipulada por oscuros taumaturgos en el poder pretenden encandilarnos-; su insistencia y perseverancia es más bien una cuestión de fe, el obligado cumplimiento y obediencia de una especie de dogma grabado a fuego en su subconsciente que les mantiene permanentemente en guardia contra el demonio, es decir, todo aquel que no sea de los suyos y con quien ha de convivir por obligación, eso sí, permanentemente a la defensiva.

Su pretendida o supuesta información surge más bien de una desinformación generalizada en la que individuos y organizaciones de toda catadura e insolvencia -tanto moral como intelectual- medran buscando beneficios de cualquier tipo, obteniendo como resultando una infinidad de falsedades y confusiones formando una maleza casi impenetrable que enmaraña redes, foros y páginas para desgracia de aquellos a la búsqueda de algo fiable, eliminando de un plumazo o arrojando a un profundo pozo de basura las opiniones expertas o con un mínimo de conocimiento de lo que hablan y pretenden transmitir. Si los expertos que pretenden saber de un tema -cualquiera- por experiencia, trabajo o estudios solo intentan manipularme porque a su vez ellos ya lo están, entonces el diálogo es imposible. El temor y la desconfianza es el motor de estas cabecitas -si, por ejemplo, usted estuviera en Tarifa y en un día soleado pudiera ver perfectamente la costa de África eso significaría que la tierra es plana y no una esfera moviéndose en el espacio; y no intente convencerme porque no acepto sus pruebas, ya que lo que en el fondo pretende es manipularme y llevarme al redil de los crédulos y engañados. Fin de la historia.

Tanta pobreza o pereza intelectual da que pensar, porque no se trata de desconfiar por norma encerrándonos en ver el mundo desde nuestra propia noria y con nuestras propias anteojeras, exigiendo a todo aquel que se dirija a nosotros que previamente se ate a la misma rueda y limite su visión a nuestro estrecho horizonte. Si después de siglos de civilización y miles de pruebas científicas irrefutables va a resultar que no hemos aprendido nada, que seguimos como al principio y todavía creemos que rezar es lo mejor para que llueva o que dios creo el mal y al demonio para hacernos ver que no somos perfectos y debemos atarnos a él, apaga y vámonos.

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