Otoño

De pronto ha finalizado el verano, no es que haya llegado el frio pero al fin es posible salir a la calle en manga larga, incluso con dos mangas para los más frioleros; todavía hay quienes siguen de vacaciones y sus establecimientos cerrados a cal y canto, también el bar de costumbre, tal y como lo había venido advirtiendo su propietario, porque él también tenía derecho a unas vacaciones como los demás… -como si alguien en algún momento se lo hubiera impedido. Ahora los paseos son más largos, sin el agobio del calor, y la noche cae cuando menos te lo esperas, al doblar una esquina, y comentas… Se está poniendo el sol, ¿qué hora es?

Más y menos jóvenes de vuelta a sus correspondientes rediles escolares, entre fastidiados y aburridos y poco o nada predispuestos al inevitable esfuerzo, tal vez atentos a alguna inesperada sorpresa y, sin ser derrotistas, entre ellos algunos gustosos por aprender, unos por lo que les aporta y las puertas intelectuales que les abre ese aprendizaje y otros por lo que puede, con el tiempo, proporcionarles para vivir.

Tiempo de rentrée, de estados de ánimo bajos o muy bajos, incluso depresivos y más o menos recurrentes, o desgraciadamente de cierta importancia por tener que volver a encontrarse con esa normalidad tan incomprendida y poco apreciada, la misma que nos mantiene en pie atándonos corto durante el resto del año, de la que permanentemente nos quejamos y no queremos sufrir sin que sepamos hacer otra cosa, de la que no podemos desprendernos porque sin ella no viviríamos -no se trata de cómo nos gustaría-, pero al menos nos concede el resuello suficiente para forjar nuevos planes e ilusiones.

Los gimnasios y lugares donde reencontrarse o conocer el propio cuerpo presumen abarrotados de rostros preocupados y entusiastas porque vuelven a imponerse las formas por encima de las ganas; aunque después de todo está bien regresar y saludar de nuevo a las sufridoras amistades de sacrificios y proyectos compartidos, contarse qué tal y sonreír al menos por ver si este año sí, aunque al final y como de costumbre el proyecto se quede en eso, en otro año que no, pero al menos se pasa, bien o mal es otro tema.

Regresan los cursos y actividades de todo tipo, tanto extraescolares como para ocupar esas largas tardes de invierno que también sufren los adultos, algunos escasos de espacio y/o tiempo e imagino que más de uno se habrá tenido que quedar fuera por no disponibilidad de plazas, o simplemente por haber llegado tarde o no haberse acordado en su momento.

También han aumentado las amenazas a la hora de amargarnos un poco más los meses que vienen, guerras, inflación, carencias, carestía y horizontes más bien oscuros que no acabamos de asumir porque todavía queda y a día de hoy seguimos aquí. La extrema derecha ha ganado en Italia mientras la de aquí anda buscando qué inventarse sin dejar de enmierdar el panorama político general, más o menos lo que siempre han hecho porque, a excepción de su permanente y reaccionario sermoneo católico-racial y el patriarcal y clasista como dios manda, carecen de proyecto político o una propuesta inteligente de gobierno. Como venía diciendo, igual que siempre.

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