El motivo o la excusa es el reciente e indiscriminado asesinato de niños y adultos en un centro escolar norteamericano, suceso inclasificable sobre el que no es mi intención escarbar aún más porque este tipo de disparates ni siquiera llegan a lamentables, no existen adjetivos para algo que se sale de los límites de toda razón. Pero como en otros desgraciados y similares sucesos ocurridos con anterioridad en ningún sitio he leído o visto comentar la notable evidencia de que ninguno de los asesinos fuera una mujer, ¿o se trata de una obviedad a la que en general se ha decidido no dar importancia o poner como ejemplo?; será que en toda esta paranoia o locura respecto del peligro que corre el supremacismo blanco la mujer no tiene cabida, ignoro si porque las mujeres no pertenecen a la especie de los blancos -al margen de contribuir de forma fundamental a su perpetuación- o porque son mujeres… ¿entonces? ¿Se trata de seres provenientes de otro planeta que desconocen esa amenaza que provoca en el género opuesto comportamientos tan violentos y absurdos como irracionales?
Es evidente que las mujeres no son hombrones constantemente jactándose de jugarse la vida compitiendo, buscando o provocando peleas o comiéndose el tarro con cuestiones de supuesta enjundia fruto de su inactividad, lo que les obliga a una especie de paternalismo protector respecto al otro sexo que comienza y acaba en su desafortunada estrechez mental; más o menos lo que vino a ejemplificar aquel patético señor Smith, tan famoso, presto a liarse a hostias por una supuesta broma -o amenaza- a costa de su hombría, no contra la persona que le acompañaba, porque ya se encargó él mismo de dejar claro que se trataba de SU mujer. Viene a ser la misma forma de pensar -utilizo el verbo pensar como eufemismo- de quienes consideran que las mujeres no pueden estar a la altura de los hombres porque su voluntad es caprichosa o directamente prescindible, y la mejor prueba de ello es que para esa inmarcesible sabiduría masculina un microscópico zigoto es muchísimo más valioso e importante que la voluntad de una mujer, que nunca saben dónde tienen la cabeza y son capaces de liarse a abortar como si se tratara de comprar acelgas. Las mismas mujeres que no entienden que las cuestiones de herencia e identidad son demasiado importantes como para dejarlas en sus manos, sobre todo porque ignoran lo que significa convertirse en padre, crucial función sublimada hasta lo indecible, casi somo si se tratara de un designio divino -por lo que no tiene nada extraño que la misma invención y existencia de dios y la religión sea el recurso ideal para posicionarse de forma definitiva y para siempre por encima del otro género y de ese modo no quedar convertido en simple acompañante procurador de alimento.
Hay tantas preguntas que nadie se preocupa de formular, o reformular, que, de hacerlo, probablemente las respuestas hoy no serían las mismas y el valor o importancia de las que ahora tenemos, o de las que nos servimos, desaparecería por completo; y las nuevas respuestas serían tan simples y punzantes que es posible que el género masculino no aguantara en pie. Ni siquiera sentado, tampoco leyendo, porque, siguiendo con el mismo hilo, hace unas semanas se celebró por aquí una reunión de clubes de lectura de la comunidad, fecha que convocó a todo miembro que quisiera compartir una jornada en la que se sucedieron actos, visitas, reuniones con autores y almuerzo en común. Hasta aquí todo normal, pero lo más curioso y llamativo de la celebración es que la proporción entre mujeres y hombres lectores era de ¡50 a 1! Sí, han leído bien, cincuenta mujeres por cada hombre, luego… ¿a qué se dedican los hombres, además de a sus santo honor e identidad y creerse el padre putativo de la especie? Podría ser caustico o exagerar hasta lo caricaturesco pero no merece la pena, creo que cualquier persona normal -da igual el género- no tendría muchas dificultades para hallar esas actividades “tan masculinas” que realmente interesan a los hombres.
POSTDATA. No es cierto que los hombres no se esfuercen en cambiar y no adviertan tales anacronismos, pero en lugar de rectificar en beneficio de todos más bien se dedican a lavar la cara -eso sí, con alguna mujer como pantalla- para que no se note la suciedad que permanece detrás. Ha aparecido en prensa que la nueva presidenta de los cazadores españoles -actividad, esta si, muy, muy machota- es una joven mujer, una pobre y desorientada alma que viene de maravilla como muestra de cambio, o de que algo se mueve, aunque no sé bien hacía dónde porque entre matar y leer hay muchas y terribles diferencias independientemente de la conjugación verbal.