En una espléndida mañana de primavera caminaban de cháchara en dirección al bar… ─ ¡No jodas!
─ Era lo que había que hacer, qué más dan unos que otros si son todos iguales, y mi hijo dice lo mismo… la votó porque con ella puede ir a los bares, quedar con sus amigos y relacionarse… Eso es libertad…
─ Tu y tú hijo sois gilipollas, eso no es libertad, eso es ignorancia…
─ Tampoco te pases… ¿tú que has votado? ¿”al coleta”?
─ Y qué…
─ Ese tío da miedo, es como volver al hambre de después de la guerra, más restricciones… además, quería asfixiarnos a impuestos, no dejarnos trabajar; como si dependiera de nosotros que esto funcione… Quitarnos lo poco que ganamos, con él no tendríamos ni para el botellín…
─ No me digas. Tú de la guerra no tienes ni puñetera idea, lo que te cuenten y quien te lo cuente… Además, ¿has oído hablar alguna vez “al coleta”?
─ No hacía falta… me da igual… No me gusta la pinta que gasta, con esa coleta pringosa y ese chorreo de cuatro pelos haciendo de barba, como un demonio. No sabe ni ir bien vestido, menuda imagen… Aunque él y la parienta bien que se han asegurado la vida… ¡y que era un obrero! Un caradura es lo que es… que se vaya a la mierda.
─ Ya te vale… los fachas y la iglesia llevan viviendo toda la vida a nuestra costa… con el dinero de nuestros impuestos… ¿ellos sí tienen derecho?
─ Pero así ha sido siempre y contra eso nada puedes hacer… las cosas son como son, lo tomas o lo dejas, necesitamos un orden, no una dictadura. Y que uno que dice ser de los tuyos se coloque por la cara y se solucione la vida… eso sí que no…
─ Cochina envidia… Hazlo tú…
─ No digas tonterías… yo no meo tan alto… Con el trabajo y las chapuzas, el paro por si me faltan y poder tomarme mis botellines tranquilamente cada mañana tengo suficiente… no soy de grandes aspiraciones… Y menos mal que aquí nos los hemos podido tomar… Tú también, no te quejes….
─ Ya, pero, ¿y la gente que ha muerto…
─ Mala suerte… Dios lo ha querido así…
─ Ya… además de ignorante y envidioso, ingrato y egoísta…
─ ¡Eh! No te pases, nada de egoísta… se trata de que cada uno es libre de hacer lo que quiera…
─ Pero el bar no es ningún ejemplo de libertad… es el puto bar…
─ He tenido cuidado y no me he contagiado… A ver si ahora también voy a ser culpable por eso…
─ No, no va por ahí la cosa, se trataba de un problema que nos afectaba a todos, de ser más solidarios por una vez, no de que cada cual fuera a lo suyo buscándose la vida por su cuenta, vivimos en sociedad ¿sabes? A los que estabais en contra de cerrar la hostelería o el comercio, a favor de que todo siguiera igual y cada cual hiciera lo que pudiera o le viniera en gana os tenían que haber puesto un impuesto…
─ Qué tonterías estas diciendo…
─ ¿No queríais que todo permaneciera tal cual, como si no pasara nada? Pues os deberían haber preguntado cuántos muertos estabais dispuesto a poner sobre la mesa para que todo siguiera igual, para que no pagaran justos por pecadores…
─ ¿Qué estás diciendo?
─ Que por cada uno que haya muerto por culpa de la mala previsión, el egoísmo y la nula cooperación de la gente, por esa libertad que os gusta poner en un bar abierto y poder entrar y salir a vuestro antojo os deberían haber cobrado en muertos… Algo así como, ¿cuántos muertos de su propia familia está usted dispuesto a pagar por ir al bar, o de viaje, o por no llevar mascarilla? Eso sería lo justo, eso sería libertad, responsabilizarse de lo que uno hace cara a los demás…
─ Tú sí que eres gilipollas…
─ Nada de eso… o tal vez sí… lo que no puede ser es que como a mí no me ha pasado nada lo que sigue estando mal pase a ser bueno… No queríais ser libres para hacer e ir donde quisierais… pues a pagar.
─ ¡Eh! tonto de los cojones… que yo hablo del bar…
─ Ya… un bar en el que matas el tiempo porque estas hasta los cojones de tu casa y de aguantar a tu mujer…
─ ¡A que te suelto una hostia!
─ Ya, ya estamos otra vez con la libertad… tenéis una idea muy particular de la libertad…
─ A mi familia ni la mientes, ¡capullo! ¡Qué te has creído!
─ No, nada, que no tenéis ni puta idea de lo que es democracia y mucho menos la libertad… ni tú ni mucho menos el cateto de tu hijo, ese sí que da pena…
Y le soltó la hostia.