Abrió los ojos cuando entornaba la puerta en dirección a no sabía dónde, se esforzó por no regresar al sueño aguardando, por pura curiosidad, qué vendría después; no es que le preocupara especialmente, pero solía ser ella la que se levantaba primero, sobre todo porque era su casa y porque cuando duermes en casa ajena te mueves en un entorno desconocido y careces de referencias. No tuvo que esperar mucho porque al poco asomó tímidamente la cabeza husmeando el panorama. ─ Buenos días. ¿Ya te vas? ─ Si, lo siento. Tengo que hacer. ─ ¿No desayunas? ─ No me da tiempo, comeré algo a lo largo de la mañana. ¿Me llamas? ─ Mejor tú, que siempre estás ocupado. ─ Vale. Hasta luego. Y desapareció volviendo a dejar la puerta de la alcoba entornada. No le dio tiempo a reaccionar o molestarse porque la puerta volvía a abrirse, esta vez de par en par, y el mismo rostro se abalanzaba sobre la cama para mirarla directamente a los ojos y besarla. ─ Disculpa, mi cabeza. Hasta luego otra vez. Te llamaré. Esta vez sí parecía definitiva porque oyó cerrarse la puerta del piso y correr escaleras abajo.
No le apetecía levantarse, volvería a dormirse. Pero no podía, no en esta ocasión porque, sin saber cómo o por qué, se puso a rememorar satisfecha la noche anterior repasando, detalle a detalle, la vuelta a casa y lo que sucedió después, hasta que se durmió. La satisfacción fue en aumento, hasta el punto de que cuanto más se demoraba en su memoria más cálido y acogedor se hacía el capullo en el que estaba envuelta. Supo que definitivamente no se iba a dormir, ya no, también tenía cosas que hacer, y lo primero era darse una ducha.
Bajo la calidez del agua regresó a sus recuerdos de la noche pasada. Le gustaba, lo sentía de otro modo, con él olvidaba sus precauciones dejándose llevar como no solía hacerlo. En su compañía se sentía bien consigo misma, tampoco le importaba cederle el protagonismo o actuar como una simple acompañante, cándida y confiada; y por qué le sucedía eso no lo sabía, como tampoco se atrevía a pensar que esa mujer no fuera ella, tan diferente a la que en circunstancias normales vivía atada a sus propias obsesiones, nada desconfiada, todo ingenuidad. Lo que hace ya unas semanas había comenzado como un desafío innecesario, a partir de una de esas conversaciones sobrantes a horas ya intempestivas y cuando todo el mundo empieza a estar de vuelta, se había convertido en… ¿una relación en toda regla? ¿al margen, o además, de dormir juntos cada pocos días? De pronto se le vino encima toda la carga significativa de UNA RELACIÓN y estuvo a punto de gritarse que estaba loca, volviendo a preguntarse si sabía dónde se estaba metiendo. Tampoco tenía ni idea de lo que pensaba él, contando con que coincidiera en lo que ella creía que mantenían, no habían tenido necesidad de hablar de ello porque no hacía falta, bastaba con olfatearlo. Pero era lo que sentía y eso la atraía tanto como la inquietaba, porque en esta ocasión no era su cabeza sino su corazón quien hablaba más alto y con serias intenciones de hacerse valer, ¡a estas alturas!
El agua caía sobre su cuerpo convertido en una figura inmóvil por la que resbalaban hilos y gotas perfilando el relieve de sus curvas hasta perderse por el desagüe. Esta vez sí -insistía-, le apetecía, a la mierda los recelos y las precauciones, siempre con el freno echado, pensando de más, obligándose a cada vez menos por si… Seguían presentes el temor a volver a equivocarse y el pavor a cerrar la puerta definitivamente sin darse cuenta siquiera de ello; en su cabeza se mezclaban no reconocer cuándo es demasiado tarde ni olvidar lo que no debe volver a repetirse. Tampoco sabía cuál era su tiempo, si es que todavía disponía de alguno, pero… ¡qué estaba haciendo! Con el agua de fondo de pronto sonó la puerta de la calle al cerrarse, dio un respingo y cerró el grifo de inmediato, expectante, nerviosa ¿era él? Pero eso no, aquello no valía ni como otra puta sorpresa, acababa de decidirse… El pomo de la puerta del baño giró… ─ Buenos días mamá, te he traído el desayuno ¿qué haces todavía en la ducha? ¿te acuerdas de que hoy te acompañaba médico…?