Cualquier chaval al salir de clase, o durante el rato del recreo, puede apostar los pocos céntimos, o euros, del bocadillo en el establecimiento de apuestas instalado a tal efecto frente al instituto donde cursa sus estudios secundarios. Quizás apueste por su equipo de fútbol en el partido del fin de semana próximo, o en una carrera de galgos en Australia o por cuántos golpes le propinará en el tercer asalto el luchador fulano al luchador mengano en un combate de artes marciales a celebrar en Tailandia, da igual la apuesta, el lugar o si sabe de qué va aquello, el caso es dejar el dinero en caja y esperar, no hay nada mejor que hacer. Lo poco que saque, si tiene la fortuna de ganar, lo volverá a apostar en cualquier otro lejano disparate, o puede que, más aburrido que al principio, decida comprarse ese bocadillo con lo que le quede, si es que algo le queda.
De igual modo, un respetable señor -llámese en este caso experto en inversiones- apostará, perdón, invertirá algunos de sus millones digitales -preferiblemente en dólares, los euros están fiscalmente controlados- en los beneficios que mañana producirá la zona de selva brasileña que en estos momentos está siendo quemada para dedicar al cultivo de biocombustibles; o solicitará un millonario préstamo preferente que apostará, por ejemplo, contra el pago de la deuda argentina, lo que significa que es más que probable que el gobierno argentino no pueda pagar los intereses de su deuda dentro seis meses; o “invierta” en las pérdidas que llevarán a la quiebra a la línea aérea tal del país asiático cual dentro de un par de años. Cualquier cosa con tal de mover con rapidez esos miles de millones que los tontos de siempre creen que sostienen el mundo, para lo cual utilizará información privilegiada del tipo… a quién soborno para que sabotee aquel negocio o cuánto me va a costar hacer que los argentinos no paguen y sigan comiendo mierda. Son negocios, nada que ver con las muy respetables personas.
Ambos casos vienen a ser lo mismo, una cuestión de apuestas, pero en el primero la cándida estupidez de los chavales entristece lo indecible, solo hay dolor y dinero en metálico; el segundo, en cambio, pasa por un ejemplo de probidad y sabiduría, es el triunfo personificado, idéntico planteamiento pero jugado a lo grande y con trampas.
Los miles de millones que pueblan las “noticias económicas” para engorde de unos y envidia del resto -un capitalista experto le dirá en confianza que el cuento de la libre competencia no genera beneficios-, los trapicheos de mafiosos que lustran el crecimiento mundial, necesitan de un correlato material. Hay que demostrar de algún modo que el dinero en metálico existe, es real y es posible hacer negocios con él, para lo que es bueno empezar desde muy joven. Pero los pocos billetes que unos chavales o el ciudadano vulgar y corriente pueden ver y manejar, esos que confirman la existencia del dinero, tienen poco que ver con las grandes cantidades que se mueven por los márgenes del sistema económico, esas zonas indefinidas por donde pululan ladrones, estafadores, evasores de impuestos, dinero negro, todo tipo de mafias, malversación, sobornos, propinas etc.; son las bolsas repletas y los maletines que aparecen en las películas o en las imágenes de billetes apilados que se muestran en las noticias de sucesos que vemos en las pantallas domésticas, la envidia de quienes han de vivir con unos pocos billetes -siempre pequeños- obtenidos en negro por cualquier trabajo o servicio, gastados con miedosa fruición y mal contenida cautela. Y es más que probable que quien extrae del bolsillo un fajo de billetes con el que pagar seguramente tenga problemas con el cash, maneje dinero bajo cuerda o recibido fraudulentamente como salario, o proveniente de compras sin IVA, o percibido por un décimo de lotería premiado, o fruto de las gangas de tal o cual vendedor… en fin, lo que Vd. guste imaginar. Porque de algún modo hay que poner ese dinero en circulación, darle salida -legalizarlo-, dinero con el que unos viven permanentemente agradecidos, o sobreviven, y otros despilfarran sin que la cuenta anónima extranjera desentone.
Confieso mi ignorancia financiera porque apenas alcanzo a vislumbrar ese universo infinito de delincuencia, o ingeniería, económica, esos márgenes -la grasa que da sabor y consistencia al magro del sistema- poblados de gruesos fajos de billetes moviéndose en silencio a la búsqueda de blanqueadores fiables, dinero robado, amontonado, arrugado, tirado, amasado… siempre con la mosca detrás de la oreja y siempre listo para volatilizarse mágicamente en una hermosa sucesión de ceros en la brillante pantalla de un legalizado terminal en cualquier parte del mundo. Mientras, una gran mayoría seguirá creyendo saber, y tener, apostando unos pocos billetes y menudeando con pequeñas cantidades, envidiando por encima del hombro y gastando en lotería por si alguien nos compra en metálico el décimo premiado.
-
Entradas recientes
Archivos
- diciembre 2025
- noviembre 2025
- octubre 2025
- septiembre 2025
- agosto 2025
- julio 2025
- junio 2025
- mayo 2025
- abril 2025
- marzo 2025
- febrero 2025
- enero 2025
- diciembre 2024
- noviembre 2024
- octubre 2024
- septiembre 2024
- agosto 2024
- julio 2024
- junio 2024
- mayo 2024
- abril 2024
- marzo 2024
- febrero 2024
- enero 2024
- diciembre 2023
- noviembre 2023
- octubre 2023
- septiembre 2023
- agosto 2023
- julio 2023
- junio 2023
- mayo 2023
- abril 2023
- marzo 2023
- febrero 2023
- enero 2023
- diciembre 2022
- noviembre 2022
- octubre 2022
- septiembre 2022
- agosto 2022
- julio 2022
- junio 2022
- mayo 2022
- abril 2022
- marzo 2022
- febrero 2022
- enero 2022
- diciembre 2021
- noviembre 2021
- octubre 2021
- septiembre 2021
- agosto 2021
- julio 2021
- junio 2021
- mayo 2021
- abril 2021
- marzo 2021
- febrero 2021
- enero 2021
- diciembre 2020
- noviembre 2020
- octubre 2020
- septiembre 2020
- agosto 2020
- julio 2020
- junio 2020
- mayo 2020
- abril 2020
- marzo 2020
- febrero 2020
- enero 2020
- diciembre 2019
- noviembre 2019
- octubre 2019
- septiembre 2019
- agosto 2019
- julio 2019
- junio 2019
- mayo 2019
- abril 2019
- marzo 2019
- febrero 2019
- enero 2019
- diciembre 2018
- noviembre 2018
- octubre 2018
- septiembre 2018
- agosto 2018
- julio 2018
- junio 2018
- mayo 2018
- abril 2018
- marzo 2018
- febrero 2018
- enero 2018
- diciembre 2017
- noviembre 2017
- octubre 2017
- septiembre 2017
- agosto 2017
- julio 2017
- junio 2017
- mayo 2017
- abril 2017
- marzo 2017
- febrero 2017
- enero 2017
- diciembre 2016
- noviembre 2016
- octubre 2016
- septiembre 2016
- agosto 2016
- julio 2016
- junio 2016
- mayo 2016
- abril 2016
- marzo 2016
- febrero 2016
- enero 2016
- diciembre 2015
- noviembre 2015
- octubre 2015
- septiembre 2015
- agosto 2015
- julio 2015
- junio 2015
- mayo 2015
- abril 2015
- marzo 2015
- febrero 2015
- enero 2015
- diciembre 2014
- noviembre 2014
- octubre 2014
- septiembre 2014
- agosto 2014
- julio 2014
- junio 2014
- mayo 2014
- abril 2014
- marzo 2014
- febrero 2014
- enero 2014
- diciembre 2013
- noviembre 2013
- octubre 2013
- septiembre 2013
- agosto 2013
- julio 2013
- junio 2013
- mayo 2013
- abril 2013
- marzo 2013
- febrero 2013
- enero 2013
- diciembre 2012
- noviembre 2012
- octubre 2012
- septiembre 2012
- agosto 2012
- julio 2012
- junio 2012
- mayo 2012
- abril 2012
Categorías
Meta