Verano

Sentado sobre un tarugo de madera marea el teléfono móvil buscando a qué agarrarse sin que el tiempo le apremie, hace calor y no hay prisa, la noche carece de importancia pero al menos el sol no aprieta, no hay otro sitio mejor al que ir y el sueño llegará cuando llegue, entonces igual dará dormirlo allí mismo que regresar al nido cuando ya todos duerman y no haya que aguantar preguntas que siempre son indiscretas.

No está solo, cada pocos metros, en un banco, sobre un pequeño muro o sentadas en el bordillo de la calle cortada otros y otras como él entretienen el verano como pueden, sin nada que hacer y poco más que decir. Alrededor las atracciones feriales, la mayoría medio montadas o entre puntadas de última hora antes de ir a la cama, no ofrecen mucho más, quizás un exceso de sordidez; tal vez mañana, cuando la feria de comienzo y las luces endulcen la cara al calor del verano la noche luzca de otro color, hoy no, hoy es antes, tampoco es que mañana vaya a cambiar mucho la cosa, pero mañana sigue siendo lo que todavía no ha sucedido, y eso significa todo, al menos porque aún se desconoce o directamente no existe, por lo que admite aquello que cada cual quiera y pueda imaginar.

Pasa el reloj de la media noche y el calor sigue sin ceder, tampoco hay miradas entre ellos, se conocen de anoche y de antes de ayer y tienen poco que decirse, además de la vergüenza o indiferencia que los ata a sus propios pasos, con pocas ganas para dirigirse o mostrarse a o hacia, porque lo que no conoces no interesa, no es tuyo ni son de los tuyos, otros de tantos que van y vienen conviviendo en una comunidad hecha de retales inclasificables que forman un tejido de difícil encaje, restos de telas de toda procedencia que, sin que ninguno sepa por qué, han coincidido en el lugar y la noche, en la bochornosa placidez de un tiempo común que nada les dice ni sirve para situarse o sentirse, ya no digo ser parte o protagonista de una ciudad que ocupa una mancha en el mapa, la respuesta a una pregunta en Google maps o el incómodo intermedio entre donde vengo y hacia donde me dirijo.

Tienen casi la misma edad, entre trece y dieciocho, tanto ellos como ellas, idéntico futuro y las mismas contadas esperanzas, o también todas; son jóvenes y no tienen ninguna obligación, solo las que les dictan las pequeñas pantallas de sus dispositivos electrónicos, duendes estridentes en constante consulta o patio de recreo, vagabundos desesperanzados deambulando entre imágenes ancladas al más de lo mismo. En cualquier caso da igual, es lo suyo, lo de hoy y también lo de mañana, aunque en el fondo quizás sueñen con que no sea lo de siempre, pero tampoco saben cómo hacerlo para que no suceda de ese modo.

Interpretan un papel que completa una realidad social que ni siquiera parece real, apenas una rutina fisiológica de la que nadie quiere hacerse responsable, ni sus mayores ni quienes maquinan para utilizarlos en un futuro que ya es ahora, un presente lleno de minutos en los que permanecer quietos de espaldas unos a otros, ocupando lugares que al menos justifican sus precarias existencias.

Son muchos en otros tantos sitios similares a este, en un número que casi no merece la pena contar porque juntos solo sirven para conformar estadísticas que dirán lo que no hacen o lo que jamás podrán hacer; cifras y porcentajes utilizados con solvencia o de cualquier modo para denunciar, rellenando páginas y proyectos que nacen directamente agotados, porque nadie quiere hacer por ellos, ni pensar por ellos, los miran, los juzgan, los critican y en el fondo los desprecian amenazándoles con la misma pregunta de qué piensan hacer con sus vidas, como si a ellos les preocupara, como si vieran alrededor motivos para hacerlo, todo lo contrario; estamos aquí, nadie nos preguntó, nadie nos ofrece y no tenemos por qué ofrecernos ni colaborar con quien solo nos desea para fingir progresos que tampoco les importan. Y si el futuro no les priva a la mierda el futuro, tampoco están para resolver futuros ni salvar planetas porque tampoco nadie les ha pedido la palabra y ellos no la darán gratis, les importa un bledo las estadísticas, el clima, el medio ambiente o los problemas sociales. Ya tienen bastante con ser jóvenes en un mundo que no los quiere, así qué ¿por qué les tiene que importar?

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