Comprar bebés

A la hora de abordar algunos temas, más o menos espinosos o pretendidamente conflictivos, como puede ser el de la gestación subrogada, cuesta entrar en ellos o enfocarlos de forma conveniente debido a que afectan a gente y sensibilidades fácilmente predispuestas a acusar al intruso en su particular problema de tendencioso o directamente interesado en salirse con la suya, o simplemente de no tener ni idea de qué va la cosa al no ser uno de ellos, como si fuera un imbécil, más cuando la opinión proferida no coincide con la de una hipotética mayoría perjudicada o sufriente (Aclaraciones: discusión que dependerá de los intervinientes y cuánto de los propios intereses y prejuicios se pongan en la conversación, ingredientes que harán difícil o imposible un acuerdo ni siquiera lo suficientemente genérico para que acoja a un mayor número de personas; en cuanto a las sensibilidades, más bien hablamos de un ridículo eufemismo encargado de tapar lo que solo son, como decía antes, intereses egoístas y prejuicios sin resolver).

Por eso suele resultar más inquietante y clarificador, sobre todo en este asunto de la gestación subrogada, ir directamente al grano a partir de las opiniones y comentarios de los mismos implicados, porque cuando se habla, y más si se hace sin pensar, sin reflexión previa, se dice sin reservas lo que en realidad se cree y piensa sobre el asunto del que se trate; por eso vienen bien las palabras de uno de los inesperadamente embrollados y aquejados por un supuesto problema diplomático que hace unos días dejó a la luz pública sus negocios de paternidad, problema diplomático misteriosamente desaparecido de las noticias sin previo aviso -luego los interesados han decidido moverse y actuar al margen…

El señor en cuestión decía que “…ahora tenemos en Ucrania a nuestro futuro hijo creciendo dentro de una barriga ajena y no sabemos nada de él ni de la madre que lo está gestando por nosotros”. “Mi mujer llora a todas horas, todos los días”. Esto después de haber pagado 49.000 euros por el paquete VIP, ¿cuánto pagan los desgraciados normales y qué tipo de bebé les ofrecen?

Se podría empezar por cualquier sitio y discutir hasta el hartazgo, incluso llegar a las manos, sobre todo a partir de esa indisimulada soberbia e insolente desprecio que concede el dinero a quienes consideran que uno de sus derechos naturales es estar por encima del resto en función de lo que poseen. Porque en muchas más ocasiones de las que nos gusta reconocer las cosas son más sencillas de lo que aparentan, y nunca más que cuando los directamente intervinientes, cualquiera que sea el asunto o motivo, son adultos libres que actúan por propia voluntad, sin estar condicionados por cuestiones económicas, de necesidad o de pura supervivencia.

Y no siendo esa la situación, la única que creo viable o legal, es fácil deducir que pronto aparecerá una mafia sin escrúpulos dispuesta a organizar en su beneficio suculentos negocios; en este caso a partir de unos más o menos desesperados e hipotéticos padres económicamente solventes y con derechos -¡ojo!- y unas mujeres en mala situación económica o directamente sin medios ni ingresos que intentan salir adelante en países menos desarrollados, mujeres apremiadas por el futuro de sus propias vidas dispuestas a alquilar sus vientres a desconocidos por intercesión de terceros, ¿a cambio de cuánto y en qué condiciones?

Silencio. Suele ser la solución o resultado final cuando la mezcla de los intereses y variables intervinientes, económicos, de derechos o morales, son de peso; circunstancias y presuntos conflictos que finalmente acaban materializándose en una forma de poder que posibilita una situación de fuerza impuesta, al margen de circunstancias personales que merecen todo el respeto, a quienes necesitan algo más que un hijo para poder seguir vivas en este mundo.

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