Familias

Sería curioso e interesante a la vez que las actuales condiciones laborales, en las que incluyo la dificultad para encontrar un trabajo medianamente decente del que poder vivir, facilitaran una vuelta de los antiguos núcleos familiares en los que convivían a la vez varias generaciones en una misma residencia. Mantenida la familia principalmente como modelo patriarcal sobre el que apoyar la sociedad y con ella asegurar la transmisión de la propiedad en una única dirección, y a la vez reducida a su mínima expresión por unas exigencias productivas que fomentan la multiplicación de los núcleos familiares con el único objetivo de aumentar los puntos de consumo, no estaría nada mal que como reacción a tanto sinsentido y codicia capitalista la propia familia actuara en contra de los intereses de los actuales valedores del cotarro, es decir, que regresáramos a la antigua familia multigeneracional con una única residencia familiar en la que habitarían al mismo tiempo abuelos, padres e hijos sin ningún problema, porque lo prioritario sería la ayuda mutua a la hora de vivir felices y hacerse un hueco en este mundo.

Menospreciada esa misma familia en función de una mendaz liberación que asimila la salida de los jóvenes del hogar paterno a una independencia que sobre todo tiene que ver con el consumo, no estaría nada mal que las circunstancias movieran a la gente a actuar en sentido contrario; podría postergarse esa huida del núcleo familiar sin perder autonomía ni obligatoriamente tener que montar una casa propia, con idénticas o superiores comodidades que la paterna, a costa de endeudarse indefinidamente y asumir unos dispendios inútiles a los que se queda atado por más años de los queridos.

En un giro entre obligado y feliz solo restaría que los actuales jóvenes, que ya viven junto a sus padres por imperativo económico, despreciaran esa libertad bastarda e interesada y permanecieran en la residencia paterna sine díe. Esta convivencia, siempre difícil, aumentaría y consolidaría el valor de unos y otros forzando un diálogo que hoy resulta imposible; en la actualidad padres e hijos se separan como desconocidos y en la mayoría de los casos nunca volverán a encontrarse como individuos.

No sé si lo que se necesita es valor o un nuevo y simple desinterés por ese consumo de inmuebles obligatorio, porque no estaría nada mal priorizar otras situaciones.

Y esta multiplicación de hogares inútiles tendría fin puesto que con su obligada adquisición no se consigue ni progresar ni mejorar, ni personal ni socialmente. La permanencia de los hijos en casa podría dar lugar a nuevas formas de vida que tendrían que luchar contra un capitalismo salvaje que impone el divide y vencerás con tal de crear miles de sujetos sin poder ni trascendencia obligados a una servidumbre laboral y física de por vida.

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