El problema no es que el Sr. Iglesias haya adquirido una casa en propiedad por el importe que le haya dado la real gana pagar, total, vivimos en una sociedad capitalista en la que la propiedad es el único signo de estatus, el más visible y al que todos aspiran, muchos a costa de su salud y su vida. Por eso la hipoteca es el medio inventado por el propio sistema para que los ricos se perpetúen en su riqueza, en este caso en unos pocos años, y los pobres dilapiden sus mínimas posesiones, sangre y esfuerzo, para cumplir unos intereses tan crueles como eternos.
El problema no es que la derecha más cínica y cerril, y la otra, puesto que por aquí casi todo es derecha propietaria, haya utilizado la compra del Sr. Iglesias para crucificarlo por activa y por pasiva; como decimos por aquí, se lo han puesto a huevo, un enemigo menos. Porque una vez que dispones de dinero piensas con dinero, luego el paso siguiente viene dado, quieres tener más porque tienes, igual que la casta dominante. No hay excusas.
El problema no es que los padres del Sr. Iglesias, al igual que esa misma derecha rancia y vengativa que se ha encargado de sacarlo a la luz, utilizaran medios y recursos capitalistas para hacerse con un buen patrimonio que legar a su hijo, estaban en su derecho, puesto que vivían en una sociedad capitalista que fomenta tales adquisiciones a costa de dinero; la forma de conseguirlo es otra cuestión, pero el resultado final es el mismo. Y a medida que compraban empezaban a pensar, como capitalistas corrientes, en mantener, proteger y legar, incluida esa nueva seguridad y posición social que religiosamente concede la propiedad.
El problema no es que el Sr. Iglesias estudiara lo que quisiera sin problemas económicos, como buen hijo de papá, hasta puede que fuera contestatario, pero dentro de un orden y aplicado, e incluso viajara y descubriera por sí mismo que la tierra es redonda, además de cómo funcionaba el mundo y la sociedad en la que vivía; como también tenía derecho a que no le gustara lo que viera, como a mucha más gente. Y que poseído por el santo orgullo del conocimiento y una vanidad sin tacha fraguara en su cabecita la posibilidad de convertirse en redentor de fieles y con ello paliar tanta injusticia; porque, precisamente él, sí sabía cómo hacerlo, se lo decía el corazón. Para eso se llenó la cabeza de filósofos, mártires y libertadores frustrados que cayeron luchando contra los poderosos del mundo y de la historia. Además, podía hacer la revolución en la misma salita de su casa.
El problema es que el Sr. Iglesias, que ya era casta cuando se nos mostró, haya engañado a tantísima gente con su falsa melodía sin ningún asomo de vergüenza. Gente ahora desengañada y perdida definitivamente para la política.