Una de fútbol

Acabada la temporada de fútbol mundial con la final de la antigua Copa de Europa, por aquello del seguimiento internacional y la importancia económica que supone, toca reír o llorar según del lado al que el aficionado esté enganchado. El Real Madrid, como voraz empresa capitalista en la que se ha convertido gracias a la certera gestión empresarial de su actual presidente, es el vencedor, para el resto, entre los que se hallan los más dolidos futboleros culés, queda la derrota y las inevitables excusas, con tal de no reconocer lo rematadamente mal que lo han debido hacer para no salir en la foto.

Pero el que lo debe tener realmente crudo y estar cabreado es el aficionado barcelonista/catalanista, poseído en cuerpo y alma por su indisoluble dualidad y la duda permanente de no saber en qué momento y a qué palo quedarse; todo un reto, ese de tener que bregar con los dos porque se es incapaz de separar el fútbol de las témporas. Ahora que los madridistas pintan inaguantables y, además, tienen dos equipos y dinero para competir en las competiciones que les vengan en gana, al aficionado blaugrana le esperan tiempos de dudas, incertidumbres y divina desesperación. Sobre todo por el grupo de tenderos de barrio -con todo el respeto para los tenderos- que dirigen el club, metidos, al igual que los líderes nacionalistas, en líos jurídicos y penales de porcentajes y comisiones, de falsas cuentas y de fichajes de dudosa legalidad. Solo hay que comparar la amplitud de miras de ambas directivas para augurar el futuro de los dos clubes; y aunque es cierto que cada cual puede gestionar sus negocios como le dé la real gana, en el mundo de tiburones del fútbol actual a nivel mundial o intentas ponerte a la altura en cuanto a voracidad o te quedas como aperitivo que solo puede disfrutar el vecino del bar de la esquina, aquel al que el mundo le cabe en un pañuelo y no sabe por qué. Son cuestiones más que evidentes a la hora de echarte al agua del negocio del deporte de competición internacional.

Pero lo más doloroso para los barcelonistas, versión nacionalista, es que mientras que el Real Madrid siempre ha ido a su negocio y el de los suyos, los mejores momentos del Barcelona han estado ligados a los de la selección nacional de fútbol, y quizás eso sea más que un designio, aparte de una evidencia de la que, a día de hoy, los catalanes jamás podrán desembarazarse. Así que ¿o hablan de fútbol o se dedican a culpar a España y al mundo de su incompetencia y estrechez de miras?

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