Ideología de género

Esto tiene algo que ver con el famoso autobús que grupos católicos y bastantes reaccionarios han puesto o pusieron en funcionamiento por Madrid y que tanta polémica y rasgamiento de vestiduras ha generado entre todos aquellos con derecho de opinión, tanto a un lado como a otro, política o no.

Vista la beligerante mala leche y estupidez de quienes lo inventaron y financiaron y la actual libertad de expresión que supuestamente impera en este país hay muy poco que decir sobre ello, tal vez sentir que todavía haya personas que en lugar de pensar a tono con el siglo en el que viven lo hacen como si todavía estuviéramos en el tiempo de las ricas catacumbas romanas. Y como ya se ha dicho casi todo sobre ello no voy a insistir más, pero, en cambio, sí lo voy a hacer con respecto a las palabras de una señora perteneciente a la organización que puso en marcha el vehículo respondiendo a una entrevista radiofónica, sobre todo haciendo hincapié en un curioso termino de ignota procedencia que, según ella, era lo peor que estaba sucediendo en España con respecto a los niños y el sexo. Se trata de una expresión en concreto, ideología de género, según la señora el auténtico peligro para los niños de nuestra sociedad

Si no lo entiendo mal, que no lo entiendo, tampoco bien, las ideas que subyacen en el origen de esas ideologías de género tan sospechosas como peligrosas pretenden reivindicar el género por encima ¿de…? ignoro con qué motivo o peligroso objetivo. Pero probablemente solo sea mi caso.

Que como mamíferos -en sentido estrictamente biológico- cada individuo nace con una morfología sexual diferenciada es una evidencia más que natural, palmaria; que también venimos al mundo en posesión de un cerebro contante y sonante -es un decir- es algo similar a lo anterior, pero en este caso existe una diferencia fundamental. Mientras que el sexo sigue siendo sexo en lo que atañe a las funciones específicas, naturales y/o fisiológicas, de los órganos sexuales, previo paso por un periodo de madurez corporal necesario e inevitable, en el cerebro se produce otro prolongado proceso de madurez pero mucho más complicado. Las facultades y posibilidades del cerebro son, social y culturalmente, influenciables y modificables, además de abstractas -intangibles, trascendentes con respecto al mundo físico de los instintos más primarios-; el cerebro es el órgano que finalmente acaba gobernando los instintos y deseos más y menos íntimos que organizan el funcionamiento del propio cuerpo, teniendo como resultado último el comportamiento y la identidad afectiva y social del individuo -por eso cuando hablamos de personas ya no estamos hablando de un animal en el estricto sentido biológico. Al ser, por tanto, dos cuestiones o procesos de resultados bien distintos, no pueden enfocarse desde el mismo punto de vista. En el primer caso el sexo no deja de ser una función biológica más, pero en lo referente al cerebro, su madurez y desarrollo intelectual, ya no hablamos del órgano de un animal stricto sensu, sino de un humano adulto, una persona, un individuo integrado en un grupo social y cultural que le antecede, le hace protagonista y le sucederá en el tiempo.

Que la sociedad, por ejemplo, esta que habitamos tal y como la conocemos, tiene un profunda influencia en el proceso de maduración infantil es una evidencia que no hace falta mencionar, y que la misma sociedad puede aceptar el resultado de ese proceso de crecimiento y/o maduración que sufre un individuo o, en cambio, denigrarlo, despreciarlo o tratar de redirigirlo es otra cuestión tanto o más importante. Que la sociedad intente imponer unas normas de comportamiento sexual basadas en cuestiones tradicionales, religiosas o culturales no tiene nada que ver con que esa misma sociedad decida respetar el proceso de maduración individual, incluida la sexual, y, lo que es más importante, admitiendo y aceptando todas las posibilidades tenidas como propias por cada individuo.

Una sociedad atrasada o poco desarrollada intentará imponer una serie de comportamientos a sus ciudadanos en función de cualquier religión o ideología tomadas como únicas o exclusivas, adornándolos con todos los parabienes imaginables con tal de mantener una serie de preceptos o tradiciones poco o nada dados al cambio o la renovación, lo que vendría a ser una sociedad muerta en vida. En cambio, si esa misma sociedad, basándose en el respeto generalizado a la intimidad y libertad de cada ciudadano en función del correspondiente desarrollo personal, deja abiertos los cauces y acepta todas las manifestaciones íntimas o personales de sus ciudadanos -siempre y cuando no sean perjudiciales o perniciosas para el resto-, dándoles cabida y preocupándose de que dispongan de los medios necesarios para salir adelante, entonces hablaremos de una sociedad abierta respetuosa con sus ciudadanos.

Entonces ¿qué era la ideología de género? ¿que la sociedad acepte y acoja los procesos de madurez individual de sus ciudadanos…? pues bienvenida sea. Porque, y esto creo que no lo tienen muy claro los del autobús, la fisiología de las funciones de los distintos órganos de un cuerpo humano no deja de ser un fenómeno exclusivamente natural, y a estas alturas de la vida en la tierra las cuestiones naturales han sido ampliamente superadas por las sociales y culturales, es decir el cerebro viene dominando desde hace ya siglos sobre las cuestiones puramente físicas o naturales, puesto que, de hecho, el hombre es un animal cultural con un soporte físico, desgraciadamente o no, aún demasiado primitivo.

A no ser que los del autobús quieran decir que Dios nos otorga un sexo físico y como dóciles siervos no podemos ni debemos contradecir su voluntad… pero entonces no podríamos hablar de libertad, ni de ciudadanos, ni de cultura, ni de amistad, ni de tolerancia, ni de democracia… uf, podría no parar.

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