La llegada

Para empezar he de decir que no he leído el relato original de Ted Chiang en el que está basada la película, por lo que tampoco conozco el sentido último del mismo, cuestión que, en cualquier caso, daría igual porque de lo que se trata es de la película y no del escrito en el que está basada.

La llegada -como se titula por aquí- no es una película fácil y creo que en parte es debido a que se trata de una película femenina, con todo lo que ello significa en este mundo hecho por hombres, hombres que han creado una cultura y civilización masculinas -¡ojo! no quiero decir obligatoriamente machistas- de las que es imposible desembarazarse; esto no es ni bueno ni malo, simplemente es un punto de partida con el que siempre hay que contar a la hora de valorar y valorarnos, sobre todo porque, querámoslo o no, hombres y mujeres venimos al mundo en su interior; lo que no impide que cualquiera pueda advertirlo y a la hora de dar un punto de vista a su opinión o creación opte por el de la mitad no dominante de la humanidad para hacerlo.

Esta civilización y cultura masculinas se ubican de forma obligatoria e inevitable en un espacio y un tiempo bien definidos -delimitados por sus correspondientes coordenadas que explican y hacen humanamente entendible la realidad y el mismo mundo-; invenciones humanas, ambas, de las que es imposible aislarse o desprenderse porque hacerlo conlleva la pérdida de referencias vitales, personales y culturales para cualquier persona que pretenda tenerse por existente. Precisamente, ese tiempo lineal que inventó e impuso el cristianismo y que se ha generalizado en todo el globo es uno de los temas cruciales de la película -su subversión-; y la sola posibilidad de múltiples episodios temporales alternativos y sus consiguientes universos paralelos como los que en la misma parecen sucederse o solaparse -experiencias con las que, sin embargo, la física actual está habituada a trabajar-, pueden ser difíciles de entender y aceptar para el espectador de andar por casa. Ya cuesta llevar con un poco de cordura el único universo que creemos poseer.

Por otro lado están las diferentes lenguas y culturas humanas y aquello del huevo o la gallina; ¿qué es antes? ¿el entorno (la naturaleza, el hábitat, el ecosistema etc.) como condicionante principal a la hora de forjar una visión de la realidad y el mundo que, en primera y última instancia, organiza y estructura nuestro pensamiento y, consiguientemente, nuestras opciones de presente y futuro, o es la lengua la que, convertida en la herramienta de comunicación más importante, dirige y determina nuestra visión y percepción de la realidad y el mismo mundo condicionando tanto nuestros juicios como las opciones y limitaciones a la hora de entenderlo y tratar de explicarlo?

Esto puede complicarse hasta donde uno desee, lo que no desmerece el valor de las propuestas que ofrece la película. Porque La llegada también es una película femenina en el tempo, es femenina porque lo es su protagonista principal, una mujer completamente alejada de las simplezas de los héroes masculinos al uso y su visión limitada y exclusivamente lineal de la historia. Una protagonista que carga con unas experiencias personales de peso que hacen aún más complejo el personaje, siendo esa complejidad, esa especie de mezcolanza entre vida, sueños, deseos y pensamientos -en los que a veces uno no sabe dónde hallarse- la que condiciona su carácter y la manera de enfrentarse a los sucesos principales de la película.

Creo que lo mejor es disfrutarla dejándose llevar por las imágenes, sin demorarse en cuestiones que por insinuadas -según el parecer de cada cual- no aparecen directamente en la pantalla; ya vendrá después esa tarea, porque igual quedan muchas; o no. O quizás lo más importante sea aquello de que cada problema tiene sus propias características y condicionantes y lo primero que hay que hacer, antes de que el miedo nos domine, es intentar descifrarlos con los medios que disponemos. Para los hombres y héroes más comunes la solución, como imaginarán, se limitaría al uso del garrote y tentetieso; como diría un machote al uso ¿para qué vamos a esforzarnos en ver qué hay detrás?

Por eso y afortunadamente es el empecinamiento de esa paciente, aparente y condicionante complicación femenina la que consigue contener y detener tanto derroche de adrenalina y disponer de tiempo para entender, que no es poco.

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