Tras la obligada hora de rigor, llevada de forma relajada a base cerveza y esas rutinarias conversaciones, entre expectantes y repetidas, que rellenan y entretienen las esperas, sonaban en el escenario las notas dispersas de Encuentros en la Tercera Fase y, a continuación, los acordes de la banda sonora de Miami Vice; no cabía duda, se trataba de Siniestro Total. Los había dejado en su época, digamos, dorada y era un buen momento para esos regresos entre curiosos y divertidos -nunca nostálgicos, siempre es un error- y comprobar cómo nos ha tratado la vida.
Siniestro nunca fue un grupo de chicas, ni de melodías, gilipolleces sinfónicas, muermos intelectuales o temas larguísimos con sesudas y complicadas variaciones a distintas alturas y clímax varios; Siniestro Total -como más de una vez se ha encargado de repetir Julián Hernández- es un grupo de rock -con un directo brutal, como a ellos también les gusta advertir- al que le tira más el lado gamberro e irreverente de la música, con canciones cortas, bien hechas y directas, que son el mejor mensaje para un público fiel y entregado. Creo que no he descubierto nada que la gente de la música no supiera.
Allí estaban, o estaba, Julián y los nuevos, o no tanto, ya dije que les había perdido la pista. En una sala más bien pequeña y bien sonorizada, como es el Joy Eslava, que nos regalaba con un sonido bastante correcto tirando a bueno, aunque cuando los coros se pegaban al micrófono te pitaran los oídos. Siniestro Total volvió a pasar por Madrid durante algo más de una hora y tres cuartos en los que el personal, mayoritariamente maromos, disfrutó y se lo pasó brutal con un concierto bien planeado que alternaba temas que nadie o casi nadie conocía, otros que sólo tarareaban los más fieles, quienes les han venido siguiendo desde entonces -por cierto, bastante gente joven-, finalmente seguidos por aquellos temas que todos aguardábamos, coreados y cantados por el personal sin necesidad de grupo alguno sobre el escenario.
Es cierto que las voces ya no suenan como antes, más que una desilusión una cruda evidencia del paso del tiempo -aunque les duela a los nostálgicos-, que de vez en cuando hay que echar mano del inhalador para ir aguantando, sobre todo cuando la armónica tira de pulmones, que ya no responden como antaño. Sin embargo, el concierto se desarrolló de forma convincente y profesional, con los músicos metidos de lleno en la faena -cosa siempre de agradecer-, salpimentado con las parrafadas de Julián entre algunos temas, pequeños discursos irónicos e irreverentes que no todos tenían la paciencia de escuchar o entender, y un fin de fiesta tan deseado como disfrutado, con toda la sala saltando y cantando al ritmo de… somos Siniestro Total. En resumen, un buen concierto -seguro que los habrá más exigentes o exquisitos que yo- que me sirvió para confirmar que seguimos vivos y casi con buena salud; lo que, vistas las cosas, es para felicitarse.
No voy a decir que es una lástima que algunos estuvieran más preocupados por salirse fuera a fumar cualquier cosa, que otros se dedicaran a agobiar a la chica ajenos al escenario, que hubiera por allí algún despistadillo alejado de las Mareas y sus reivindicaciones gritando en solitario -por aquello de Vigo-; que algún otro menos espabilado se distrajera buscando el título de algunas canciones vía Shazam -tengo que decir que sin éxito- y, por último, no faltaran los de siempre, esos que se dedican a no asistir ni disfrutar del concierto porque están grabando el concierto en sus teléfonos móviles, probablemente para disfrutarlo más tarde tranquilamente en su casa o con los colegas que se lo perdieron (?).
En resumen, un concierto bien hecho, divertido y vivido por ambas partes, lo que no es poco para una tarde de jueves.