Cuando menos se espera

Que ante la parsimonia política general sostenida a base de relleno de mala calidad alimentado por discursos vacíos, sin chicha ni contenido tangible, declaraciones para salir del paso que ni siquiera llegaban a intrascendentes, advertencias sin destinatario en forma de brindis al sol, discursos rayados y ambiguos que ocultaban más que decían, una flagrante inoperancia comunicativa o la simple incompetencia personal haya tenido que ser la figura ornamental del rey y el ceremonial al que obliga esta imperfecta democracia que padecemos -como todas- la que haya dado el primer paso y en cierto modo forzado a sentarse a la mesa de una puñetera vez a quienes están obligados a enfrentarse o entenderse con propuestas creíbles y factibles no deja de resultar sonrojante. Que después de más de un mes ni unos ni otros hayan sido capaces de hacer política y concretar unos puntos comunes con los que empezar a trabajar y volver a hacer funcionar el poder de un país al cual todos aspiran y para el que supuestamente quieren trabajar no dice mucho de nuestros políticos, todos.

Tipos todavía agarrados a declaraciones de principios que a nadie interesan o sometidos a posiciones maximalistas que no conducen a ningún sitio porque parecen hablar de presentes diferentes bastante alejados de la realidad que uno creía conocer, llegando a hacernos dudar si vivimos en el mismo país. A lo que ha venido colaborando una prensa servil y de escaso o nulo valor político colonizada por plumillas a los que parece mover el odio, el miedo o el rencor personal, cerebros repetidos aplicados desde sus privilegiados púlpitos a enfangar el panorama general en nombre de una supuesta libertad de prensa que no aporta nada nuevo, más falsos temores, acusaciones inventadas y deseos de venganza, o el colmo de pretender desenmascarar al mismísimo diablo encarnado en la tierra por el sujeto de una inquina personal, o señalar a aquel otro como enemigo según las órdenes directas de quien les paga; vendidos.

A todo ello hay que añadir las presiones de caciques de todo tipo y color, veladas o no, hacia quien de dar un paso adelante y negociar sin permiso podría amenazar la añorada sinecura con tanto esfuerzo y años ganada y tal vez su desgraciada pérdida.

Y todo ello si descontamos el pozo de mierda, que no para de crecer, en el que se ha ido convirtiendo el partido actual y temporalmente en el poder.

Creo que a más de uno deberían darle una educación básica indispensable sobre cuestiones democráticas -no digo reeducar- y recordarle que la democracia, sin ser un sistema perfecto -repito-, obliga a dejarse de medias palabras y competir legalmente con los demás por un poder que se nos ofrece para que lo ejerzamos porque supuestamente sabemos lo que queremos hacer con él y porque nos preocupa la vida de nuestros conciudadanos, no nuestro orgullo de peón interesado y sin decencia política.

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