Puede que para mucha gente Whiplash no sea una gran película, a pesar de contar con un Oscar en su haber, probablemente porque no dispuso de un gran presupuesto ni el guión lo necesitaba, quizás también porque, ya puestos a buscar inconvenientes para justificar el propio desinterés, se le podrían poner varios peros a sumar a un tema que quizás no guste o atraiga por ser demasiado específico; o simplemente sea que en los tiempos que corren para una mayoría carece de interés. También puede achacársele que sea una película de tan sólo un par de personajes, que haya en ella un exceso de sangre o un plus de violencia que muchos considerarían exagerado, innecesario o incluso paranoide, con malos vengativos pasados de rosca; además de mostrar algunos tópicos que harían desengancharse a más de uno antes de llegar al fondo del asunto. ¡Ah! también hay música, y a quién le guste el jazz disfrutará de ella mucho más que aquellos otros para los que la música suele ser un objeto de consumo que suena de fondo en los grandes almacenes o cuando te hacen esperar al teléfono, o se ingiere a destajo vía la inagotable y repetitiva MTV, o un entretenimiento para cuando se sale a hacer deporte, por aquello del aburrimiento. Whiplash es un drama que muestra sin estridencias técnicas o informáticas la fuerza de voluntad de un joven que siente y cree que puede hacer muy bien algo que le apasiona, hasta el punto de casi dejarse la vida en ello.
En estos tiempos acomodaticios en los que más de uno prefiere permanecer descansando por si el tren se equivoca por su lado antes que moverse en su busca o, por otro lado y si no queda más remedio, ese mismo opta por echarse en brazos del postor más cómodo y fácil, aún existe la posibilidad de vernos como humanos de voluntad invencible. Que una película muestre lo que significa el esfuerzo, la dedicación y el constante afán de mejora, y con ello el disfrute en cuerpo y alma haciendo lo que más te gusta aunque no sea económicamente rentable, es motivo más que suficiente para seguir felicitándonos por un cine que, ajeno a modas y medios técnicos, es capaz de llevar a la pantalla ejemplos de lo que afortunadamente todavía somos capaces de hacer cuando creemos en nosotros mismos; me da igual si se trata de exigir hasta el último aliento a quién intuyes que puede y tiene capacidad para darlo y lo hará con gusto, o de hundirte en una obsesión de la que, paradójicamente, luego disfrutaremos todos.