Si más o menos recuerdo bien, en un capítulo de una de las últimas temporadas de The Wire un aspirante a alcalde, hablando con otro hombre en un bar sobre las posibilidades de ser buen o mal alcalde y conseguir lo mejor para tu comunidad, escuchaba con relativa indiferencia de labios del otro que el mayor o menor éxito a la hora de lograr sus propósitos dependería de los tazones de mierda que estuviera dispuesto a comerse. Al margen de la grosera franqueza del ejemplo no cabe duda de que hoy día en política son necesarias más que nunca palabras claras y concisas, propuestas meridianamente entendibles y objetivos concretos que lleguen limpios a los oídos de oyentes y posibles votantes.
Hoy, como siempre debería haber sido, es preferible un discurso franco y sin ambigüedades con el que mostrar y explicar en pocas palabras lo que se quiere y persigue -nada de hipotéticas vueltas atrás en el tiempo o proyectos desfasados, anacrónicos o sencillamente imposibles por estos pagos-, sin ambages ni rodeos especializados que casi siempre intentan confundir y evitar cuestiones comprometidas; tampoco vale tratar de evitar preguntas inconvenientes simplemente porque no interesan mientras, por otro lado, se denuncia gratuitamente el presente con la excusa de que no funciona o no es lo que dice ser, lo que equivale a acusar a sus protagonistas, todos en general, de ser unos incompetentes. No están los tiempos para aguerridos visionarios y salvapatrias en pos de un futuro liberador advirtiendo al personal con la broma de que el país que, peor o mejor, hemos construido entre todos no es nuestro auténtico país; según eso al parecer somos unos fantasmas que hemos levantado sin saber un espejismo de corrupción que nada tiene que ver con nuestra auténtica identidad, tan puros. Después también nos pueden decir que somos gilipollas.
Estas cábalas vienen a partir de la lectura de una conversación que uno de los fundadores de Podemos tuvo con los lectores de un diario nacional hace unos días, en ella el entrevistado, tras advertir previamente que sus opiniones eran a título personal -me pregunto entonces en función de qué lo entrevistaban-, aseguraba, entre otras cosas, que la agrupación que representaba no puede catalogarse ni de izquierdas, derechas o de centro, que esos términos sólo son o eran metáforas (?). Parece ser que su visión política de la sociedad es mucho más palmaria, para él y su grupo, supongo, está compuesta básicamente de ricos y pobres ¿cómo es que no nos habíamos dado cuenta? Y una parte importante de su proyecto es hacerla desaparecer tal y como ahora la conocemos, desmantelar lo que existe y alumbrar un futuro al menos más esperanzador, sin embargo, no pueden denunciar o acusar a los ciudadanos por haberla votado y permitido porque son estos mismos quienes tienen que confiar en ellos; desgraciadamente hemos venido creyendo que teníamos una democracia y en realidad no sabíamos lo que era una democracia porque jamás habíamos vivido en una democracia, por eso, como ignorantes o imbéciles redomados que somos, nuestros propios políticos nos han engañado colocándonos a traición el régimen político que ahora sufrimos. ¿Dónde estaban ellos?
Pero, en cualquier caso, bienvenidos sean los dispuestos a limpiar este país de mierda, y en el fondo no nos importan los tazones que tengan que comerse si el resultado final es una sociedad y un país más presentable que el actual -objetivo no muy complicado, visto lo que hay. El caso es que la empresa no es que sea grande o imposible, sino gigantesca, a pesar de lo cual uno espera ilusionado que Podemos no sea una colección de declaraciones grandilocuentes pero vacías, ni otro nido de elegidos con potestad para reparar de manera definitiva injusticias históricas que comenzarán a perder aceite en cuanto estén delante del monstruo -léase el capitalismo puro y duro que nos gobierna y la mierda que les va a lanzar a la cara intentando confundir al personal*-; ni otro potencial órgano destructor de perversos contubernios capitalistas que ni siquiera sabe dónde tiene la mano derecha, ni un implacable y certero desenmascarador de manipulaciones especulativas que también será finalmente derrotado por el monstruo, acabando sus integrantes desperdigados por destinos ignotos pero bien pagados. Porque si al final nos van a conformar diciendo que la culpa fue nuestra, una vez más, que fracasaron porque no confiábamos en ellos o que no pudo ser porque se enfrentaban a un engendro demasiado poderoso y con más cabezas de las que pensaban, justificando de ese modo su estupidez o inoperancia a la hora de sostenerle el pulso a la bicha, algo que todos sabíamos o imaginábamos y con lo que ellos nos volvieron a engañar al hacérnoslo creer posible o, lo que es peor, intentando vendernos una moto que tenían escondida y no estaba en el catálogo ni nos interesa… entonces, apaga y vámonos. En fin, para eso mejor dedicarse a trabajar a partir de objetivos próximos y logros posibles acordes con los tiempos y la sociedad en la que vivimos, más reales, también estaremos dispuestos a colaborar, además de agradecidos por no habernos tomado el pelo.
Pero bueno, son solo conjeturas, vamos a empezar a limpiar la mierda.
* Merece un comentario aparte la alarmista reacción de toda una jauría de expertos, periodistas, economistas, comentaristas políticos, tertulianos y caraduras semejantes ante lo que consideran una escandalosa indefinición o no definición por parte de Podemos. Esta grey se ha echado mano rápidamente al bolsillo -su puesto, su sinecura, su rutinaria matraca política y su correspondiente remuneración- y dedicado a asustar al personal con la cantinela de que detrás de Podemos se huelen los más oscuros presagios populistas, comunistas, bolivarianos o extraterrestres, tanto les da. Andan tan apegados a su ombligo y posición que les importa un bledo que la gente esté harta o qué pueda querer o necesitar, por eso, pensando únicamente en sí mismos, no tienen ningún rubor en gritar ¡que viene el lobo! Es curioso que nunca hayan mostrado una ira semejante a la hora de exigirles a los sinvergüenzas que nos vienen gobernando más definición en sus propuestas, más honradez en su trabajo o un mínimo cumplimiento de sus programas. Unos y otros se alimentan a costa del resto.