Un futbolero atrevido me sorprendió hace unos días cuando, sin venir a cuento, se puso a largar su particular versión del problema catalán. Pretendía desenmascarar, conmigo como testigo, los planes secretos de los dirigentes catalanes con todo el lío de la independencia.
Su personal teoría se explayaba más o menos de este modo. A partir del referéndum escocés y las diferencias, tanto políticas como sociales, en los programas y aspiraciones de los políticos escoceses, más preocupados por marcar distancias, sociales y económicas, frente al capitalismo salvaje de la City londinense, el aficionado al deporte del balón resaltaba que, al contrario que los británicos, los actuales dirigentes catalanes pretenderían con sus políticas mucho más liberales que las del mismo gobierno español, desregularizar y dar carta blanca a todo el dinero que pasase por Cataluña, dejando que se moviera libremente por el nuevo país sin tener que pagar impuestos, algo así como un nuevo paraíso fiscal en Europa -tal que Mónaco o Liechtenstein. El objetivo final, una vez desregularizada y liberalizada por completo la economía, además de minimizado hasta casi la obsolescencia el tejido productivo local, sería que el dinero llegara a mansalva al F. C. Barcelona, que así dispondría de grandes cantidades libres de impuestos para comprar y vender y con ello formar el mejor equipo del mundo -de ahí la relación tan estrecha entre la política catalana y su principal representante, el único club catalán del mundo, el FCB; bandera catalana en la camiseta, segunda equipación con los mismos colores, etc. El Barcelona, por supuesto, jugaría la liga española -si tuviera que jugar en una hipotética liga catalana el club probablemente desaparecería, cuestionado su prestigio y hundido en un torneo sin calidad ni competencia; sin el Real Madrid enfrente y sin rivales de altura a los que enfrentarse los árabes de Qatar, al disminuir significativamente la repercusión internacional para su negocio, se largarían con el dinero a otra parte, un partido de cierta enjundia cada quince días es demasiado tiempo sin nada que hacer para unos jugadores tan bien pagados. Pues bien, asentado el equipo en la liga española su economía, sin embargo, estaría regulada por la hacienda catalana, es decir, cero patatero en impuestos y ningún lío con la hacienda española, con la que anda permanentemente endeudada la Liga de Fútbol Profesional, de ese modo el club dispondría del dinero que quisiera con total libertad -algo así como le sucede al Mónaco en la liga francesa, por eso el Mónaco nunca gana nada, cobran tanto sus jugadores que es imposible organizar un equipo mínimamente competitivo, se dan con demasiada frecuencia a la molicie y a la buena vida. En la liga española el Barcelona, con la mejor plantilla del mundo, batiría constantemente al Real Madrid y a los gallitos españoles más punteros -un entrenamiento de calidad-, dejando al equipo catalán competitivamente a punto para embarcarse en las más importantes empresas europeas y mundiales. También se procuraría con la máxima celeridad la doble nacionalidad para cualquier chaval de talento que interesara a la escuela de fútbol del FCB, además de proporcionarle todas las facilidades, tanto de residencia como educativas, para que su dedicación fuera completa. Cataluña se convertiría de ese modo en un envoltorio de lujo para un caramelo tan goloso, además de tener que costear las embajadas-tienda que abrirían por todo el mundo, eso sí, los beneficios del merchandising irían a parar a las arcas del club. Es de esperar que, como el dinero rebosaría en el nuevo paraíso fiscal, los olvidados ciudadanos, carne de segunda habituada a posar escondida, tal y como suele suceder cuando, dóciles y obedientes, componen esos magníficos mosaicos en los graderíos del estadio que todo el mundo ve y disfruta en directo menos ellos, irían recibiendo con el paso de los años las migajas que los éxitos futbolísticos del club dejarían en los bancos catalanes mediante créditos muy favorables para los nativos, además del acceso a unos mercados negro y especulativo bastante atrayentes y lucrativos.
Y el tipo pagó las cervezas y se largó tan campante.