Violencia

Cualquier persona que viera las crudas y dolorosas imágenes del pasado jueves negro en Ucrania y después hubiera salido a la calle en este pueblo en el que vivo se hubiera quedado sorprendida al verse rodeada por furgonetas antidisturbios de la Policía Nacional listas para reprimir a unos ciudadanos que piden lo que deben como ciudadanos a los que, no olvidemos, todo gobierno democrático se debe, y no hubiera podido evitar que un escalofrío le recorriera el cuerpo de arriba abajo ante tan desmedido despliegue de potencial violencia, preguntándose indignada a continuación ¿es esta la respuesta de los que gobiernan contra los que no opinan como ellos? ¿a quienes están representando entonces? De pronto la distancia entre la Ucrania en la calle pidiendo independencia a un gobierno sostenido por una Rusia con sueños imperiales y este Alcázar de San Juan en la calle pidiendo un referéndum democrático a un gobierno municipal sostenido por enfrentamientos personales y venganzas cainitas fue mínima, y el punto en común que sobresalía por encima del resto era el de ciudadanos enfrentados a la violencia de un poder supuestamente representativo, al parecer el único medio “democrático” que algunos entienden para “dialogar” con quienes no opinan como ellos o no aceptan, no lo que ellos disponen, infelices, sino lo que desde atrás otros les imponen, porque estos gobiernos democráticos sólo son títeres, y cómo en los teatros de marionetas infantiles sólo entienden la violencia del palo como único lenguaje para vencer -porque de eso se trata, de vencer en lugar de convencer-, y cómo en los teatros infantiles ejercen de orgulloso y victorioso personaje ignorante de que su papel es una representación y él mismo un objeto que las manos de otros mueven mediante unos simples hilos.

E inevitablemente uno sigue pensando que la distancia no es un inconveniente a la hora de las semejanzas cuando se trata de ciudadanos sojuzgados por un poder al que las razones se le están quedando pequeñas o simplemente no existen, un poder abonado a un pulso unilateralmente sostenido a costa de ignorar unos cauces racionales de diálogo sustituidos por una violencia -da igual si implícita o explícita, no deja de ser violencia- que sistemáticamente amenaza, aprieta y golpea hasta que el amenazado y apaleado diga basta o caiga derrotado. Si ese es el futuro que les espera a los que nos están del lado de los poderosos sólo existen dos soluciones, agachar la cabeza y soportar humillación tras humillación por haber nacido en el lugar equivocado o utilizar la violencia contra la violencia, pero esta vez no mediante vías razonables o humanas, a quien entiende la violencia como medio para imponer sus criterios o de relación con los demás sólo puede respondérsele con violencia, directa y de frente o por detrás, a traición, ellos fueron los que primero rompieron las reglas con el invento e imposición de un sinfín de demoras, trampas e impedimentos cada vez menos legales y más excluyentes, así que tarde o temprano les llegará el momento de atemorizarse y no fiarse ni de su sombra, y vivir encerrados por miedo a salir a la calle, que es como hoy viven tanto el gobierno de Ucrania como el de Alcázar de San Juan.

Esta entrada fue publicada en Sociedad. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario