Inevitable

Ignoro su relevancia final, si resultó valioso o crucial a la hora de que los señores a los que iba dirigido se decantaran por una decisión que, imagino, ya estaría tomada antes de semejante representación.

Hace poco escribí acerca de la marca España y lo que significaba por aquí, y como para muestra basta un botón, no tienen nada más que ver, si no lo han visto ya, el discurso del “relaxing cup of café con leche” de hace una semana en Buenos Aires. Además de sonreír, carcajearse sin medida o quedarse mudos de asombro o vergüenza, si saben o conocen algo del idioma inglés, con todo, no es la exposición del mismo lo más importante, tampoco la desfasada apariencia de la señora en cuestión, la grimosa ampulosidad de sus gestos, la espantosa precariedad de sus recursos oratorios, la mecánica paleta en la propia exposición y su pasmosa ignorancia, oculta tras unos buenos brochazos de provinciana arrogancia y altanería caciquil que, una vez más, sólo son torpezas de señorito de cortijo, sino, repito, el enorme gasto y esfuerzo empleados en lanzar al aire una enorme y absurda burbuja de la que no pudo obtenerse absolutamente nada de interés; da la impresión de estar escuchando a alguien que adolece de serios problemas a la hora de comunicarse o que, por otro lado, habla para un público con visibles dificultades de comprensión, dado el desmedido esfuerzo y la estridente gestualidad puestos en juego, completamente alejados de la naturalidad más convincente. Pero, y eso si es importante, es que el discurso no decía nada, era y es una recurrente perorata vacía sin tema, datos, puntos u ofrecimientos concretos a partir de los cuales un presuntamente atento auditorio -que, hay que decirlo, sólo pretende dinero- debía decantarse por una ciudad y un país para organizar la gran fiesta del deporte -también dicen-. Uno supone que, por otra parte, hubo también un discurso de la previsible nación ganadora, sin famosos, deportistas ni toreros pero sí con un sólido apoyo económico y empresarial detrás. Industrial y económicamente Japón no es España, y los tiempos que corren no dan para aventuras. La oferta española, al margen de llevar la comitiva más numerosa e inútil -gratis-, solo disponía y dispone de un único discurso y apoyo empresarial, el que con ardorosa fidelidad todavía puede obtenerse de la gran empresa nacional de siempre: “Cárnicas S.A., más de cien años haciendo chorizos”. Ese es el mismo tipo de gobernante que pretende vender la marca España.

Esta entrada fue publicada en Política. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario