Searching for Sugar Man no es una película, quizás un documental, una impresión, un rato en el cine, un emotivo estado de ánimo, una tarde de primavera, la confirmación de que no siempre uno tiene razón, sin desconsuelo ni tristeza, ni presente, esperanza, futuro o convencimiento por lo que pudo ser y sencillamente no fue y no hay culpable por o al que señalar, ni víctima propiciatoria, ni instante final, ni sueño hacia la gloria ni vuelta a empezar, tan solo un sucederse de los días en infinito reinicio y permanente autogestión mientras haya voluntad y fuerza para mantener abiertos los ojos al mundo, serenos ante las puertas abiertas de otra mañana más invitándonos a otro primer paso que no es otro nuevo proyecto, sino el inmediato y necesario sostén que nos mantendrá en equilibrio para seguir adelante sin caer mientras sobre la marcha vamos sopesando las distancias o aquí al lado, lo más próximo, sin evidencias ni seguridades porque no importan. Importa disponer del vigor necesario para continuar sin exigencias ni débitos, de sorpresa en sorpresa, de menos y más cuando nada hay previsto, tan sólo lo que el propio camino nos va interponiendo sin que nunca sepamos cómo tomarlo adecuadamente, simplemente lo tomamos, a regañadientes o dando o no las gracias por ser nosotros los beneficiados, o los castigados; no existía ni existe un plan determinado y son quienes viven de ellos y de sus certezas ficticias a quienes el gesto se les suele congelar en una mueca que se ven obligados a mostrar sin descanso porque no saben qué hacer cuando la sensación de sentirse desnudos sin ella les impide moverse o respirar.
Hasta los créditos finales uno ha disfrutado atrapado por lo que la pantalla le ha ido brindando sin exigir nada a cambio, sorprendido y emocionado, sin intención ni tiempo para formular preguntas y sin que ello preocupe porque entiende que las respuestas no son necesarias, más preguntas y respuestas prescindibles conformando vidas y más vidas necesitadas de sucedáneos que no son vivir, sino desfilar calculando qué obtener a cambio, cuando la muerte es la única moneda que puede recompensar el breve e incierto tránsito por este mundo.