Las dudas acerca de la causa probablemente sean tan justificadas como nada importantes, se trata de entender -pura curiosidad- cómo un término y una actividad lúdica, hace unos años inexistente, hoy se escucha en todos lados sin que nadie sepa explicar por qué, directamente le interese o le preocupe. Ya se sabe, las cosas pasan porque sí y donde antes no había ahora hay ¿qué más da? Ganas de complicarse la vida, si la gente dice y practica el tardeo pues se dice y hace tardeo y punto ¿A que tú lo entiendes? Da igual que el término no aparezca en el diccionario de la RAE, porque siempre van con retraso; ya se pondrán al día.
¿Significa eso que la noche ha dejado de ser atractiva? Parece ser que ya no es tan interesante reunirse hasta las tantas, sobre todo porque a esas horas una gran mayoría no trabaja y existe una especie de permisividad aceptada y asumida que, para mejor, no intercede ni interrumpe las actividades y labores del día a día general. Durante las horas de sol estamos todos y hacemos otras cosas, las que nos mantienen en nuestras vidas, por la noche existen menos obligaciones, solo dormir, o descansar y otras cuestiones más personales e íntimas; también están quienes pueden o les gusta.
Ahora las tardes congregan a multitudes en fiestas, locales y al aire libre como si no hubiera final, y todos saben que se trata de otra cosa que va de lo mismo y que tal vez no llegarán a la noche, al menos no como antes, pero no hace falta. También las sobremesas han adquirido un nuevo valor, pero no como parte final de la comida. Algunos afirman que esto viene sucediendo a partir de la pandemia, por la obligación de permanecer en casa y organizarte como mejor pudieras, o te apeteciera. Al no existir horarios externos cuanto antes se empezara mejor, y puesto que no había viaje de vuelta el aguante y el cuerpo duraban lo que duraban, no importando quedarse vencido o dormido cuando uno decía basta o no se admitía más. Así que allí te quedabas, da igual cómo te pillara la noche porque lo que tenías que hacer ya estaba hecho.
Que también hayan influido los controles y mayor severidad respecto de la alcoholemia puede ser otro motivo. Quizás que quienes antes habitualmente salían por la noche, al acumular años y achaques y a tenor de la mengua del fondo de reserva y las capacidades de disfrute, ahora prefieran hacerlo más corto, o de otro modo y recogerse pronto. O los mismos chavales, quienes obligados a las fiestas y reuniones sin alcohol en horarios que no intercedieran con la diversión de los adultos -siempre por la tarde-, al fin crecieron y decidieron no cambiar de registro manteniendo los horarios vespertinos por pura comodidad, aunque ahora con alcohol; para eso han esperado y ahora se lo merecen.
También pudiera ser que en nuestro intento de acercarnos a Europa hayamos importado alguna de sus tempranas costumbres, entre ellas comenzar a beber y divertirnos antes. O que los turistas, también animales de costumbres a pesar de estar fuera de su país, echaran de menos sus hábitos cotidianos locales llevándolos con ellos allá donde fueren. O porque ahora en televisión existen programas con ese nombre -igual en este caso tiene sentido lo del huevo o la gallina-; o no es por nada, sino por seguir la corriente.
En cualquier caso, todavía siguen sorprendiéndome tales aglomeraciones y exuberante despliegue de diversión, casi como si no hubiera un final, con el sol en todo su esplendor, algo que antes solo les sucedía a los más valientes y capaces de aguantar en pie toda la noche, hasta que el astro rey aparecía por el horizonte. O acceder a un local a las siete o las ocho de la tarde y encontrarlo repleto de gente tomando cervezas y copas, y bailando sin cesar, precisamente en esas difíciles horas que hasta no hace mucho formaban parte de ese tiempo indefinido entre la tarde y la noche en el que, si estabas fuera, siempre te preguntabas si café, otra copa o cambiar a cerveza.
Tal vez por eso estas pasadas fiestas hubo locales que abrieron la tarde del último día del año para permanecer cerrados la noche de fin de año. ¿Se trataba de hacer mejor negocio o de la propia comodidad?
Quien lo iba a decir, igual dentro de unos años nos vemos a las doce de la noche en nuestras camitas, calentitos y bien arropaditos, unos porque no les queda más remedio y otros porque toca, directamente derrotados ¿dónde van a ir a esas horas si está todo cerrado? Así que nada de andorrear entre las sombras de la noche, mejor preocuparse por nuestra salud y comenzar a divertirse antes, porque, bien pensado, así disponemos de más tiempo para alargar la juerga.