Es más…

… que probable que no a todo el mundo le guste ir y venir porque toca y no hacerlo es como si renegara de ser o respirar cuestionando la siempre sospechosa necesidad de un movimiento continuo que obliga a viajar y trasladarse del mismo modo que también gusta pensar que hay que verlo todo o cuanto se pueda con la íntima y no por ello menos controvertida convicción de que allá donde uno vaya será bien recibido porque conviene y es cómodo y fácil pensar que quienes nos acogen y toleran actuarían igual si tuvieran la mínima oportunidad de hacer como nosotros además de apreciar y disfrutar del mismo modo también ajenos a la ineludible obligación de pasar por alto la escabrosa y siempre presente sospecha de no ser bien recibidos quizás porque no gustemos ni nos necesiten para vivir tal y como llegamos a sospechar en algún momento sin que por ello receláramos de esa moda autista de ir porque sí o porque simplemente queremos sin que nadie haya de impedírnoslo desde el mismo momento en el que lo soñamos o imaginamos además de haberlo oído cuando lo dijeron o nos lo contaron sin que tuviéramos idea de su misma existencia y que no impidió que de inmediato sintiéramos que algo debía moverse en nuestro interior actuando en consecuencia y forzándonos a marchar allá donde tocara o estuviera de moda sin importarnos sí nos apetecía o cabía la posibilidad de que no nos gustara o nos repateara convirtiendo tanto idílico destino en zoológicos de mansos y gregarios con derechos que ignoran o desprecian al nativo que por educación y buenas composturas ha de aceptar sin rechistar esa tan moderna y necesaria tendencia a acudir y andorrear allá por donde apetezca o más que probablemente por donde otros antes ya lo hicieron por los motivos o caprichos que fuera dejando a su paso pistas y señales rápidamente colgadas y compartidas como entrañables o exóticos recuerdos que sin venir a cuento pasaron a ser comunes sin que nadie se preguntara qué fue lo que vio u oyó que apeteciera tanto o importara y cuantas de esas supuestas novedades o maravillas impostadas serían del agrado del futuro viajero porque precisamente quedaban en la otra orilla de su forma de ser o pensar y tan solo por ello obligaban al menos a algunas dudas no por ello menores o despreciables y para nada desechables o prescindibles además de suficientes para cuestionar un interés y tiempo con el que muchos seguían sin poder porque literalmente se les escapaba de las manos incapaces de llegar a todos lados y mucho menos de disponer metálico para ello lo que significaba dejar a la luz la verdadera naturaleza de tantas vidas atribuladas y sin descanso ansiosas por no perder pie y quedarse con el culo al aire mostrando la realidad de un sinnúmero de existencias agobiadas y permanentemente con la lengua fuera anhelantes de una pequeña demora en la que respirar de forma consciente y en la que además cupiera ese pequeño momento de lucidez en el que cada cual asume que estar en este puto mundo que no da tregua no deja de ser una casualidad que no nos hace mejores ni nos obliga a nada que no tenga que ver con una tan agotada como maltratada voluntad sobre la que hace tiempo perdimos potestad convertidos en muñecos de quita y pon que un dios miserable y cruel se encarga de poner automáticamente en pie para disfrute de un gigantesco engendro civilizatorio que visto cara a cara no deja de ser una carrera contra reloj hacia ningún sitio tan estúpida como incomprensible.

Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario