En la playa

Tumbado sobre la arena, donde el sol más picaba, se movía de la cabeza a los pies siguiendo supuestamente una música que solo él podía disfrutar. Bañistas, paseantes, aburridos y despistados le lanzaban alguna que otra ojeada entre curiosa e impertinente porque probablemente no alcanzaban al punto en el que un tipo cualquiera luce tumbado sobre la arena, sin toalla que le proteja, y sin parar de moverse.

Poco a poco fueron rodeándolo toallas, sillas y sombrillas, amén de bolsas con vituallas y ungüentos, sin que el joven aparentemente se apercibiera de ello. Su hilo musical parecía interminable y el ritmo no decaía, siempre a juzgar por sus movimientos, no habría parte lenta, como antaño, cuando los bailones aprovechaban para ir al servicio o intentar ligarse a las chicas.

Justo a su lado un grupo de jóvenes plantaba el tenderete, sin quitarle ojo, tan preocupadas por organizar bolsas y toallas sobre la arena como de los movimientos del decúbito bailón, sin dejar de hacer comentarios de todo tipo, tanto sarcásticos como de admiración; de un modo u otro el incesante movimiento también mostraba, y en cierto modo exhibía, el buen físico del joven, por lo que cabía todo a la hora de ir más allá de un simple vistazo que podía prolongarse más de lo debido.

Claro, alguna tenía que ser, la más atrevida o la más sincera, la que se arrodilló a su lado tocándole ligeramente el hombro intentando no alarmarlo. El muchacho, sin dejar de moverse, giró levemente la cabeza hacia quien requería su atención y sonrió interrogativo encogiéndose de hombros en solicitud de alguna pregunta; al “¿Me oyes?” de la muchacha asintió sin quitarse los auriculares de las orejas ni perder el ritmo, y el “¿Qué escuchas?” seguido de un “¿Puedo?” de lo más dulce tuvo como respuesta que separara uno de los inalámbricos de la oreja para ofrecérselo a la joven que, agradecida y sonriente, lo puso en una de las suyas.

La reacción fue tan inmediata como sorprendente porque la joven comenzó a moverse imitando el ritmo de su nuevo amigo, y la intrascendente curiosidad general pasó a convertirse en intriga, o ingente necesidad según quién fuera la interesada o posible interesado. Ahora eran dos moviéndose al unísono ante el pasmo de amigas y playistas en general, que comenzaban a arremolinarse en círculo con tal de no perder detalle de movimientos, gestos y rostros abducidos de los jóvenes; aquello no le importaba a nadie pero, ya se sabe, donde hay muchos juntos algo pasa. La situación no dejaba de tener su miga puesto que, siendo algo exclusivamente personal, empezaba a congregar en derredor más expectación y público del necesario; exceptuando tal vez a las amigas de la joven, por pura envida o idéntica curiosidad, los bailones en la arena no molestaban a nadie ya que la hipotética música, o lo que fuera que escucharan, apenas trascendía desde los pequeños dispositivos electrónicos. También algunos niños, sorprendentemente ajenos al agua, arena o familia, bailoteaban y se movían entre los adultos imitando a la pareja.

Como toda alteración, diferencia o suceso extraordinario, y al parecer éste lo era, sin cabida si por su causa la rutina diaria se trastoca o queda en suspenso, lo que sí ocurría en aquella playa en la que la voz corría más rápida que el viento, la atracción debía tener un final, sobre todo por el bien de la normalidad más decorosa. Tal vez por eso muy pocos se extrañaron cuando una pareja de policías locales se abrió paso entre el ya numeroso círculo de curiosos, probablemente avisada y advertida por algún probo ciudadano, plantándose ante los melómanos y ocultándoles el sol. El joven lo advirtió el primero y su reacción a los agentes de la ley fue mostrarles el pulgar de su mano derecha hacia arriba en señal de que todo iba bien, o estupendamente, sin cesar de moverse, la muchacha no estaba para otras cosas que para su placentero disfrute. Pero al parecer los agentes no habían acudido, bajo un sol de justicia, para entender sino para interrumpir, molestar o, llegado el caso, detener, o cualquiera sea la cosa que toca en una situación similar.

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