Diálogo salvaje

Franqueó la puerta abierta y se dirigió donde el propietario del despacho atendía a la pantalla de un ordenador. ─ Aquí tienes -dejando caer una gruesa carpeta sobre la mesa.

─ ¿Qué es esto?

─ Ideas y proyectos para confeccionar el programa para las elecciones.

─ Pero -mirándolo sin entender- ¿quién gobierna? ¿quién es actualmente el gobierno?

─ Nosotros.

─ ¿Entonces? -señalando la carpeta. Esto son cosas de la oposición.

─ ¿Cómo? -el tipo, todavía en pie, tampoco entendía.

─ A ver si nos enteramos. Nuestros votantes no necesitan proyectos ni programas, nos votan por lo que somos. Con lo que nos ha costado que la gente odie y desprecie la política y a los políticos y tú vienes ahora con estas -el de la carpeta seguía sin enterarse de qué iba aquello. ¿Qué tiempo llevas con nosotros? ¿un año? -ahora asentía sin palabras. La gente nos desprecia porque hacemos lo que nos da la gana y eso es cierto, y no nos importa porque nuestra única preocupación son nuestros propios intereses. La gente solo quiere dinero para poder ir al bar y malcomer fuera de vez en cuando, conseguir una tarjeta pirata para ver el fútbol de pago y pasar una semana en la playa en un hotel barato con spa, aunque tenga que trabajar dieciséis horas al día para ganar una mierda de sueldo, porque a la hora de cobrar nadie se acuerda del esfuerzo y el tiempo invertido, es más, son capaces de trabajar mucho más para obtener mucho menos. Es la oposición la que tiene que preocuparse por seguir todavía chupando rueda, por eso no le queda más remedio que inventarse programas y proyectos que nadie va a leer porque, aparte de que no saben leer, cada hijo de vecino viene con la lección aprendida: la política es una mierda y los políticos unos sinvergüenzas. No hay más. Tras años intentando alejar a la población de la política no vamos a estropearlo ahora con un programa que todo el mundo sabe que no vamos a cumplir. A la gente le gusta creer que tiene su propia opinión, aunque le sirva para limpiarse el culo, los políticos somos una panda de sinvergüenzas que nos metemos en política para enriquecernos y fabricarnos una salida bien remunerada para cuando nos llegue la hora. El resto no existe. Hemos dedicado cada vez menos dinero a inversiones públicas y conseguido con ello que una gran mayoría odie lo público porque cree que es un nido de víboras y un refugio para parásitos, mejor. Desprecian lo público porque significa impuestos que se dilapidan en mantener a unos vagos que no valen para nada, por eso prefieren pagar hasta por mear, porque con eso se creen que son libres, cuando lo que son es cada vez más imbéciles. ¿No los ves en cualquier oferta o en las rebajas, como se insultan y se pegan por las migajas? Pues eso es lo que hay que mantener, hacerlo cada vez peor, ir desmantelando con el enfebrecido consentimiento de la población -un consentimiento que curiosamente no sirve para nada porque, como te vengo diciendo, no pintan nada- y dárselo a quien más convenga o a quien mejor nos trate, y a otra cosa. A la hora de votar al populacho -esos desdentados, como los llamaba el gabacho Hollande- solo le importa tener más que el vecino, y si eso no es posible hacer lo necesario para que el vecino tenga menos que tú, y votará en contra de sus propios intereses con tal de conseguirlo; la envidia funciona a nuestro favor, son tan estúpidos que en algún momento de sus miserables existencias olvidaron que eso de la democracia es para todos y que con un poquito de organización, interés por la política y sentido común puedes conseguir lo que quieras. Y nosotros no vamos a estropearlo con una mierda de programa. Hoy el fracaso del otro es su victoria y el político vencedor el envidiado porque va a poder hacer lo que se salga de los cojones, que es lo que haría cualquiera si tuviera huevos y estuviera en su lugar. Su idea de igualdad se limita a poder meter la mano en provecho propio. Así que, repito, coge tu carpeta y la tiras a la basura, pero bien hondo, no sea que la encuentre otro, se le ocurra pensar por sí mismo y quiera hacer política. ¡Ah! y cierra la puerta al salir.

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