Alarma

Poco puede decirse de la situación que estamos viviendo, una realidad que quizás dentro de unos años recordemos con cierta incredulidad. En casos así no es necesario que nos cuenten la película, pues somos los protagonistas, y como tales podemos disfrutar de nuestra propia actuación y ver cómo lo hace el resto, a plena luz del día, sin trampas ni mentiras.
Para cualquier gobierno decisiones así significan un paso importante -dan o quitan definitivamente el carácter-, pasos de los que nunca se puede estar seguro por completo. Existe una responsabilidad pública y desgraciadamente siempre habrá para quienes sea excesivo y otros para los que demasiado tarde, cada cual preocupado por sus propios intereses. Pero las decisiones importantes, tanto personales y, sobre todo, colectivas, son de este calibre, siempre se trata de un paso difícil de dar.
También sabremos de quienes, ojalá que, como nosotros, se sientan responsables y actúen en consecuencia, siguiendo las pautas que los expertos, los que realmente saben, recomiendan.
Como también tendremos oportunidad de saber de tanto… -no sé cómo llamarlo- que ha corrido al supermercado para llenar la despensa, su despensa, algo en verdad muy solidario; o quienes, en contra de los consejos de colaboración y buena voluntad, se han largado de la quema porque ellos no son como los demás, más bien les importan un bledo los demás. Poca ayuda se puede esperar de gente así, espero que no olvidemos sus caras mañana, será interesante averiguar hasta dónde llega su cinismo, o si solo se trataba de miserable mezquindad.
Tampoco veo a ninguna aseguradora médica o sanitaria brindar ayuda desinteresada, ofrecernos esos profesionales sonrientes y con cara de eficiencia y esos centros tan modernos y sofisticados, aunque sea pagando. No, esa gente no está para esto, sino para sacarnos los cuartos cuando estamos sanos a cambio de humo, diluidos como cobardes. Claro, no pueden ganar dinero, lo suyo no es ofrecer salud sino desvalijar bolsillos de catetos que gustan venderse más baratos que el vecino.
También espero que se reconozca al fin la importancia de la sanidad pública, la única que merece la pena, de la que disponemos casi gratis y despreciamos porque el dinero suele hacernos cada vez más imbéciles y preferimos pagar por lo que ya tenemos.
Salud a todos.

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