I think we are in rats’ alley
Where the dead men lost their bones.
T. S. Eliot (The Waste Land)
Violan esas cariñosas madres que malcrían pequeños reyezuelos egoístas, fanfarrones e incompetentes para lo que no sea su propia vanidad, machitos empeñados en competiciones estériles fomentadas por adultos venidos a menos; mamás que luego babearan sobre lo guapos que lucen sus niños ya creciditos acompañados por “pivones” de bandera.
Violan esos padres vencidos y orgullosos en precario cuando delegan esperanzados su masculinidad en niños atolondrados convertidos en una inversión de futuro con una única rentabilidad: un trabajo bien pagado, como sinónimo de triunfo y poder, y dos extras obligados: un buen coche y una buena tía.
Viola sistemáticamente una sociedad levantada a partir de un consumo indiscriminado y su inevitable bastarda, una publicidad empeñada en injertar desde la cuna unos roles definitorios y definitivos que se perpetuarán como dolorosas frustraciones.
Violan esas feministas recalcitrantes que entienden su negocio como un mero cambio de poder consistente en ostentar una violencia castradora y machista esgrimida contra sus detentadores originales. Si ya es detestable en origen qué decir de tan insensata perversión.
Violan cada día esas mujeres anuncio que consideran un derecho realizarse económicamente a cambio de calderilla, supuesta realización que no es más que una humillación pública que de inmediato modifica su presencia en este mundo convirtiéndolas en objeto de deseo, momento en el que dejan de ser personas y pasan a convertirse en moneda de intercambio o en carne de simple y salaz consumo.
Violan, en fin, todas esas mujeres que viven y votan como un ciudadano más en un mundo de hombres cuando lo primero que deberían hacer es vivir y votar como lo que son: mujeres.
…
Violan trágicamente esos homicidas que en la ignorancia de su infinita soledad un día advierten que la cuidadora-meretriz con la que convivían es una mujer que piensa como tal y desea, aunque muchas veces tarde, vivir como tal.
Violan de forma física y cruel esos machos repugnantes, mamarrachos con el cerebro en el rabo arropados por una sociedad que fomenta, acoge y celebra sus borracheras.
Violan, por último, todos los hombres cuando… ¿pero todavía hay alguien que no se haya enterado?